La política en tiempo de pandemia...y otras yerbas
Ya vamos para los 9 meses de Pandemia del COVID 19, y seguimos sin aprender que el principal enemigo es ese, al menos por ahora, y no el otro compatriota.
No queremos darnos cuenta que en el mundo las relaciones humanas, sociales, políticas y económicas, están sufriendo profundas e irreversibles transformaciones.
Estamos transitando un camino sin retorno hacia nuevas metas más humanas; de objetivos más acorde a una nueva normalidad donde el mayor peso de las acciones políticas tienen que ver con la búsqueda de una mejor distribución de la riqueza; donde se vaya achicando, cada vez más, la brecha entre ricos y pobres.
Y que aquellos que piensan en seguir acumulando riquezas a costa de la explotación de otros; que siguen acrecentando, en su ambición, el hambre y la muerte de tantos niños y madres, están viendo que esta enfermedad no sabe de dinero, poder, ni lugar, ni edad. El virus llegó para advertirnos, tan cruel como mortal, que el PODEROSOS DON DINERO, no es dueño de la vida.
Por eso que el CORONAVIRUS nos debe enseñar que debemos ser responsables, personal y socialmente. Y que es el Estado el que sí debe garantizar los recursos necesarios como para que la población cuente con los elementos y recursos necesarios como para ganar esta batalla contra la enfermedad.
Pero estos nos advierte, también, que nuestro sistema de salud está en estado de precariedad por la falta de una política de inversión previendo, no tanto esta pandemia porque nadie suponía que iba a venir, sino la cantidad y calidad de servicios para sus ciudadanos.
Pero sí debemos aprender de los errores del pasado, para no tropezar con la misma piedra. Esta pandemia nos debe enseñar que no importa tanto lo que se gaste, no solo en salud sino en todos los campos de las políticas de gobierno, con razonabilidad y adecuadamente.
“El desafío es gastar mejor, el dinero público. Mejor aún, es invertir bien y en forma ordenada para que tengamos un sistema de salud pública eficiente, en calidad y calidad, y con un criterio de universal solidaridad”(La Salud Publica como Razón de Estado).
No es tanto la cantidad de recursos que se pretenda poner sino invertir, en su totalidad, para lo que se presupuestó y sin que se quede ningún vuelto en el camino, como todos suponemos que pasa pero poco se dice o se castiga.
Para ello es necesario que todo el arco político se ponga la camiseta de la argentinidad o la salteñeidad, y poner toda la capacidad al servicio de todos. Sólo así podemos sacar este país y, por ende, nuestra provincia hacia un futuro más promisorio.
Pero para eso hace falta un verdadero acto de grandeza, por parte de la dirigencia política. Que tanto el oficialismo como la oposición, busquen sentarse a dialogar sin mezquindades para dar un mensaje de unidad, aun en la diversidad de ideas o criterios.
Que el oficialismo abra su mente y acepte ideas que sean viables llevar adelante en pos del bien común de todos los ciudadanos.
La historia argentina está plagada de ejemplos de muestras de intolerancias y de grietas políticas que no nos llevó a ningún lado. Al contrario, nos llevó al atraso como país, y amplió aún más la brecha entre ricos y pobres. Entre los que tienen más mayores posibilidades y oportunidades y los que no.
Pero es un hecho que el pueblo, en general, no quiere seguir alimentando una grieta que, está visto, solo nos ha traído mayor pobreza y más muertes por desnutrición y por vivir en un estado de exclusión de los que menos tienen.
El gobierno puede llamar, en estos momentos a la oposición, para armar un plan de gobierno para salir de la pandemia y pospandemia. Pero para ello debe crear las condiciones de credibilidad para que aquellos, que con buenas intenciones acepten la invitación, estén seguros que van a trabajar por el bien común, y con transparencia en los actos de gobierno.
El gran desafío, entonces, no es tanto lo que queremos hacer para sacar a la provincia adelante, sino cómo, con qué y con quién.
¿Podemos soñar que se haga realidad la Salta año verde?