Balances de ayer para repensar el mañana
Ya llegamos al final de un año, el 2020, que hemos transitado con angustia, temores, muchas tristezas y decepciones.
El año 2020 lo vamos a recordar como un año histórico, oscuro y con algunos claros oscuros que fueron pistas para esclarecer lo que rutinariamente hemos vivido y que con la aparición del COVID 19, nos abrieron los ojos y las mentes para darnos cuenta que estábamos viviendo en un termo., como dicen los chicos.
Esta pandemia, que trastocó, en el mundo, todas las relaciones de normalidad y formalidad egoísta puso en blanco sobre negro de cómo estaba el mundo. Dentro de su opulencia derivado de la explotación de los más poderosos sobre los más débiles aparece esta Pandemia para sacudirnos de la loca carrera por tener más y no tanto por ser y hacernos replantear nuevos paradigmas de convivencia económica, social, política y hasta eclesial.
Nos dimos cuenta que nuestra sociedad esta adormecida en su snobismo y oxidada en las secuencias de un mundo globalizado que hoy está siendo golpeada, mortalmente y en simultáneo en todos los rincones de la tierra.
En nuestra provincia, y también en la nación, a pesar de la emergencia sanitaria por la cantidad de infectados y de muertes, se debate, vergonzosamente, entre el COVID 19 y las crueles contiendas políticas, que no dejaron de ser también una lucha descarnada por el poder.
Fíjense que apenas estamos recibiendo las primeras vacunas contra el COVID 19, y muchos dirigentes y políticos, del gobierno y de la oposición, están más preocupados por el armado de las futuras listas de legisladores provinciales, municipales y nacionales, para las elecciones del año que viene más que por la pandemia.
Se ve que esta pandemia, para algunos privilegiados de la política, no les ha tocado demasiado. Incluso algunos amparados en su condición de los 29 (ñoquis) no aportan más que indiferencia y discriminación, a la hora de poner todas sus energías para ayudar a los que están en la primera línea de la trinchera en la lucha contra la pandemia.
La mayoría no entiende porque esos Ñoquis cobran semejante emolumentos, a veces 10 veces más que un trabajador de la salud que está arriesgando su vida salvando tantas otras, pero no tiene el reconocimiento por parte de la patronal que sea mucho más que el palmoteo en la espalda, agradeciéndoles por sus servicios prestados.
Esta pandemia, sin dudas, ha cambiado para siempre los paradigmas de las relaciones de nuestras sociedades. Del mundo entero globalmente.
La misma ha desnudado lo peor de cada uno, pero también lo mejor. Se ha visto que el recurso más importante que tenemos en el campo de la producción y el trabajo, es el recurso humano.
Y sobre todo, que ha despertado el espíritu solidario de los que menos tienen, poniendo en evidencia la falta de sensibilidad de los poderosos que, en esta pandemia, supieron morder el tronar del escarmiento, aunque de la mano de un enemigo invisible que no sabe de riquezas ni condiciones sociales o políticas.