Cuando la impotencia se vuelve irracional y ciega
El gobierno de “Rubertiño” Sáenz sufre la peor crisis política e institucional desde que asumió hace poco más de un año y medio.
Yo, a pesar de haberlo dicho por escucharlo de un alto funcionario allegado a “Rubertiño, cuando me dijo “Bienvenido a la anarquía saencista”, lo tomé más bien como un simple eufemismo. Pero ahora, mirando de un año para esta parte creo que me lo decía en serio.
Este gobierno minimizó la protesta docente y tal vez pensó que con la indiferencia y el silencio, iba a desanimarlos y que todo iba a volver a la normalidad al conocerse el triunfo electoral del 15 de agosto del Frente que tuvo su bendición. Pero vemos que no es así.
Gobernar es saber reconocer la realidad y actuar en consecuencia con políticas que permitan cambiarlas cuando sea necesario hacerlo, en bien del pueblo y el desarrollo y crecimiento de la provincia que gobierna.
Y eso implica, sobre todo, saber escuchar y dialogar para estar a tono con las demandas de la gente.
En el caso particular de los docentes autoconvocados, no es nada nuevo, en cuanto a sus reclamos y deseos de constituirse en protagonistas para alcanzar un espacio donde el gobierno de turno los reciba para discutir y resolver sus demandas insatisfechas, en cuanto a salarios, condiciones laborales, titularización, etc.
El año pasado, a dos meses de haber asumido como gobernador, “Rubertiño” tuvo el mismo escenario que hoy, donde los docentes reclamaban mejoras salariales... Y él mismo fue a la plaza a hablar con ellos y les dio identidad como para luego sentarse en la mesa con su gobierno a discutir sus “paritarias”. . . según ellos por fuera de lo que hacía la Intergremial docente, por entender que ella no los representaba.
A poco más de un año de este hecho, nuevamente se dan las mismas circunstancias con los mismos actores, de un lado y del otro. Sin embargo, esta vez, la cosa se puso más densa, por cuanto el gobierno no quiso reconocer el problema que se estaba armando con esta nueva movida docente.
Prefirieron hacer oídos sordos a los reclamos de los docentes; como también lo hizo con las advertencias que la misma intergremial le hacía, sobre los efectos negativos que tendría, al no escucharlos sus demandas para que ejecute, lo acordado en las actas del encuentro paritario de principio de año, y el Plan Jurisdiccional por la pandemia. No fueron escuchados.
Entonces, la falta de visión para ver y encarar lo que se venía, agravado por la inoperancia y ausencia del Ministro de Educación Matías “Fatiga” Canepa, provocó que hoy tengamos una provincia incendiada por reclamos, no ya de los docentes solos, sino que otros sectores se están sumando en consecuencia.
Esto revela, no solo la inoperancia de un gobierno que no quiere ni ver ni oír lo que su pueblo quiere y espera de él, sino que demuestra una verdadera falta de coherencia entre lo que predica, en sus propagandas oficiales, y lo que realmente ejecuta.
Pero más que lamentarnos por lo que ya está hecho, lo que tiene que hacer el gobierno de “Rubertiño”, es recuperar, rápidamente, el protagonismo perdido, y buscar los canales de diálogo con los docentes autoconvocados. Es su deber hacerlo si es que quiere buscar la paz social resquebraja en estos días.
Porque si no hay paz social, no es posible pensar en un mañana mejor. Al contrario.
Que hay que recuperar la institucionalidad de las demandas colectivas, no es un deseo, sino una necesidad. Lo que ahora reniega, lo supo fomentar cuando fue intendente de la ciudad de Salta “Rubertiño”
Los niños y adolescentes no son solo rehenes de los docentes que no están frente al aula, en su protesta callejera, sino también de la incapacidad del gobierno de no saber cómo y cuándo dar las respuestas adecuadas para resolver este conflicto que lleva ya casi un mes.
Al gobierno se lo ve impotente y de ahí su falta de reflejos como para salir airoso de este conflicto. Solo el diálogo resolverá este trance de conflictividad “explosiva”