¿Somos  generosos o ambiciosos con los recursos del Estado?

A falta de políticas de Estado, para construir un futuro posible para todos los salteños,  para sacarlos de marginalidad social, económica y, sobre todo, sanitaria y educativa en que viven muchos salteños, me preguntaba por estos días, si no podríamos jugar a ser generoso con ellos.

 

Supongamos, es algo utópico lo sé, que la semana que viene, comenzando por el gobernador y en consonancia con su decisión todos sus ministros y demás funcionarios (incluídos los AP 1 y 2; muchos de ellos simples ñoquis que poco aportan a la eficiencia y calidad de servicios por parte del estado hacia la ciudadanía), decidieran bajarse, en primer lugar sus escandalosos sueldos, y de la diferencia se forme un fondo especial extraordinario destinado a cubrir las necesidades básicas insatisfechas de miles de salteños que sufren de la desnutrición, la falta de agua potable, y de medios y recursos para llevar el pan a la mesa de su casa porque no tienen trabajo.

 

 

Supongamos que se logre romper el hielo de la indiferencia y el cocodrilo de los bolsillos, cargados de angurria y falta de sensibilidad social de muchos funcionarios, que viven en la opulencia a costa del Estado, nos preguntamos quién lo va a administrar y cómo se lo va a implementar  esa ayuda, de la “Generosa Campaña solidario de funcionarios”.

 

Y luego caigo en la cuenta que eso de la “solidaridad” mal entendida, no sirve para generar recursos para crear las condiciones y proyectos de desarrollo y crecimiento de una comunidad. Porque siempre va a estar la sospecha de quién y cómo administra esos fondos. Entonces me acordé que por la pandemia del COVID 19, se hicieron aportes forzosos, pero nunca hubo transparencia sobre cuánto se recaudó, a dónde y en qué se invirtieron esos recursos. Yo  al menos nunca supe de alguna rendición de cuentas sobre eso. Total la gente, luego de un tiempo se olvida de todo.

 

De ahí que, quizás creyendo que con esta idea podríamos llegar en algo a los objetivos de darles mayores y mejores oportunidades a los que necesitan, me doy cuenta que no sirve.

 

Creo sí que es necesario sincerarse, a nivel de Estado, y comenzar a achicar las cifras siderales entre  lo que gana un político si lo comparamos, por ejemplo, con lo que gana un docente. Buscar la inversión más que el gasto superfluo.

 

Porque hay obligaciones que  le corresponde al Estado cumplirlas, y no hay que acudir a la solidaridad ciudadana para que  pueda cumplir con sus obligaciones como tal.

 

No es que no se tenga recursos; más bien, teniéndolos, se gasta mal y, sobre todo, no se administran los recursos del Estado con responsabilidad, ética y honestidad.

 

Pero además hay que saber cómo y dónde invertir esos recursos. Para ello es necesario contar con un proyecto y programas de gobierno, a corto, mediano y largo plazo.

 

¿Será mucho pedir que nuestros gobernantes, piensen y hagan eso?.