Balance a mitad de año… para pensar

Ya llegamos a mitad de año de este 2022, y hasta ahora el andar de este semestre ha sido con angustia, temores, muchas tristezas y decepciones.

 

Al menos lo que estamos viviendo en estos meses, lo vamos a recordar como un espacio oscuro y con algunos claros oscuros que fueron marcando la rutinaria vivencia  que  nos toca y que, con espíritu positivo, necesitamos abrir nuestras mentes y darnos cuenta que estábamos viviendo en un termo., como dicen los chicos.

 

La situación política, económica y social que sufrimos en estos tiempos, no es solo por culpa de una pandemia como el COVID 19, o de la situación de crisis mundial por la guerra entre Rusia y Ucrania, sino que más bien es por el egoísmo y la mezquindad de la clase dirigencial de nuestro país, provincia y municipios.

 

Ahora más que nunca se puso la realidad en blanco sobre negro; una deshonesta desigualdad, dentro de un sistema de opulencia que usufrutuan unos pocos, los más poderosos.

 

Y cuando aparecen voces que gritan esta miseria de convivencia entre los argentinos, donde unos pocos se llevan la mayor parte de la riqueza de nuestro país, y desnudando el estado de miserabilidad de millones de argentinos, se las tratan de callar, de diversas maneras. Sobre todo cuando tocan intereses de aquellos que  en una desenfrenada carrera por tener más; no importando cómo solo buscan acaparar más riquezas y casi siempre mediante la explotación de los más débiles.

 

Y estos nos llevan a que tengamos que replantearnos de mirar hacia el otro que es nuestro hermano, que espera que haya una mayor responsabilidad y honestidad en la gobernanza de la cosa pública. Creo que llegó la hora de buscar nuevos paradigmas de convivencia económica, social, política, gremial y hasta eclesial.

 

Nuestra sociedad está  adormecida y desahuciada, no solo por la crisis económica, con los altos índices inflacionarios, y  la falta de horizontes claros hacia dónde mirar para tener una esperanza sino, sobre todo, por el autismo de nuestros gobernantes  que no tienen otra mirada que la de su propio bienestar, llenándose sus bolsillos, a costilla del sufrimiento de la gran mayoría de los argentinos.

 

En nuestra provincia, y también en la nación, a pesar de la crisis económica, muchos dirigentes políticos, solo piensan y debaten, sin vergüenza, las formas de encarar las  contiendas  políticas, pero solo para seguir manteniendo un espacio de poder que, parece que no lo saben, no les pertenecen sino que le fue prestado.

 

Aun en medio del clamor  de soluciones, ante la angustia de un pueblo empobrecido y sin expectativa de un futuro  mejor, muchos dirigentes y políticos, del gobierno y de la oposición, están más preocupados por el armado de las futuras listas para competir por un cargo el año que viene., que  por resolver la urgencia de los más necesitados.

 

Y son éstos, los que menos tienen (y a pesar de que muchos digan lo contrario), los que están mostrando mayor solidaridad, poniendo en evidencia la falta de sensibilidad de los poderosos que, en esta crisis económica, política y social,  viven en otro mundo y solo miran a los pobres para pedirles el voto para seguir en el poder.