Cambiemos no sólo de collar sino también de perro.

Están pasando cosas muy serias en nuestro país  y en nuestra provincia.

 

Hace tiempo que venimos hablando, desde esta columna, que no podemos avanzar hacia un futuro promisorio si no cultivamos la tolerancia, la honestidad y la ética en el ámbito de la política.

 

No me olvido cuando en el 2001, el pueblo se cansó de pedir eso mismo, y tomó el atajo de la resistencia o desobediencia civil,  llevándose puesto a un presidente y lamentar muchas muertes, al  grito de “que  se vayan todos”.

 

Fue un verdadero caos, incluso institucionalmente, tras la renuncia del Presidente Fernando “Chupete” De La Rúa, vimos desfilar a varios presidentes con escasas horas  entre  uno y otro. Se aplicaban los resortes institucionales que prevén, para esos casos la misma Constitución y las leyes.

 

Sin embargo, a pesar del pedido del pueblo, hoy siguen varios de los que antes provocaron esa crisis en el país. Porque el pueblo, el ciudadano de a pie, no fue nunca el que llevó a la Argentina a ese estado caótico de sociedad enferma.

 

Ahora, al igual que entonces, con el hecho del atentado a la “Cris”, hemos tocado fondo y es más que necesario volver a repensar cómo vamos a recomponer las relaciones políticas para, en primer lugar, recuperar la paz social y la soberanía económica, pero en un clima de tolerancia aún en la diversidad de ideas o pensamientos políticos para sacar al país adelante.

 

Para ello hay que por comenzar a ordenar las ideas, y buscar el consenso para comenzar a transitar un camino que nos  permita comenzar  a construir un proyecto de país que con toda sus potencialidades, tiene que estar a la altura de los  países más desarrollados del mundo.

 

Y tenemos todos para alcanzar ese objetivo...lástima que lo que no tenemos es la grandeza de trabajar para el país y su gente. No tenemos proyecto de país. Solo intereses mezquinos que favorecen a unos pocos en detrimento de la pobreza y el hambre de muchos argentinos.

 

Nos ufanamos de tener una bandera, de cantar un himno, pero  cuántos son los que son capaces  de  vivir y morir por la Patria. Patria que no es en sentido figurado  un mapa dibujado en un papel, sino la suma  de todas las voluntades vivas que integran la gran comunidad nacional  de los argentinos.

Por eso, esto del atentado  hacia la Vice Presidente, nos debe llamar a la reflexión de todos los argentinos. Comenzando por la “clase” política que no solo engloba a los que están en el gobierno, sino de todos los dirigentes que tienen una responsabilidad social, empresarial, productiva e  intelectual.  Todos tenemos  que ponernos las barbas en remojo y sacar lo mejor de nosotros mismo al servicio del OTRO. Al servicio del TODO, como parte que somos de él.

 

El país se levanta trabajando, solidariamente y con honestidad y ética.

 

Y tenemos que cambiar de collar, lo cambiemos...y si no es suficiente, cambiemos el perro también. Porque la rabia es muy peligrosa y mortal.