El pueblo, cansado de esperar, hizo tronar el escarmiento a la vieja política que le dio la espalda durante tanto tiempo.

 

El domingo pasado, con las PASOS, se confirmó lo que algunos veníamos hablando (y en esta columna lo hicimos muchas veces), de que darle la espalda al pueblo seguro que provocará su reacción.  Y se dio, sin que se dieran cuenta los candidatos del oficialismo y la oposición. No se dieron cuenta y no escucharon la alarma de la llegada del Tsunami que provocó la reacción en cadena del amplio electorado. El pueblo hizo lo que, para algunos, fue algo políticamente incorrecto; o al menos no esperaban todos aquellos que, desde hace décadas, le fueron dando la espalda. 

 

Con ese voto “bronca” la gran mayoría  de los argentinos  pintaron de morada  los 17 distritos, de los 24 que tiene el país, rompiendo todos los pronósticos y encuestas que, si bien veían al fenómeno “Milei” como un candidato que supo leer e interpretar el pensamiento de la gente,  supo ganarse la adhesión de millones de argentinos que  respondieron a la convocatoria de votar por la Libertad,  en contra de una casta política corrupta; y sin contar con la maquinaria electoral tradicional para lograrlo.

 

El pueblo se vio interpretada con ese mensaje y como bien lo decía un consultor salteño (Julio Pizetti) “el voto tiene una gran carga emocional.”

 

Y el domingo 13 de agosto el pueblo, esta vez, les dio la espalda a todas las estructuras de poder (de gobiernos, oposición, gremios u otras asociaciones electorales o políticas) y le pagó con la misma moneda, haciendo añicos los preceptos tradicionales de votar “correctamente”; como lo venía haciendo durante décadas y sin ser escuchados nunca.

 

Es decir que, y lo repito, el pueblo esta vez la dio la espalda a la política y políticos que solo buscaban el voto para luego hacer lo contrario a lo que prometieron. Todos estos años la autoproclamada” casta política” le estuvo dando la espalda. El pueblo se sintió abandonado, sobre todo al ver las grandes desigualdades que hicieron que la esperanza y los sueños depositados en cada gobierno o político, solo se tradujo en un mayor estado de pobreza, marginalidad. Y por eso que, sin temor a perder el “privilegio de un plan”, hizo uso del poder que le daba el voto, universal y secreto, y les hizo “tronar el escarmiento” a los candidatos, tanto a oficialista como opositores por igual.

 

En estas PASO, el gran pueblo argentino quiso darles una verdadera lección a los políticos.  Por primera vez en muchos años, los gobiernos fueron derrotados, usando las mismas herramientas o prebendas con las que pretendían comprarles “el voto prendario”. Ningún candidato o político, supo leer e interpretar, en su real dimensión, el descontento de la gente. Y era tal ese descontento que, silenciosamente, fueron a votar por algo nuevo sin importarles, en definitiva, las consecuencias de su voto castigo. Fue un voto no racional. Solo una gran descarga emocional ante el desencanto de tantos años de abandono; y ver como unos pocos se hacían cada vez más ricos y ellos cada vez muchísimo más pobres.

 

A pesar de la gran paliza que recibieron los candidatos de las viejas estructuras políticas (oficialistas y opositores), estos aún no tomaron nota de   sus errores, y no son capaces de reaccionar o de mostrar algún tipo de reflejos que les permita ir por la recuperación.

 

En una pelea pactada a dos o tres rounds, el domingo pasado se fueron al rincón y no terminan de recuperar se de semejante golpe.

 

Sin dudas que desde este domingo 13 de   agosto, ya hay una nueva forma de hacer política.

 

Ya veníamos diciendo desde este mismo espacio que el modelo de hacer política era vetusto y el pueblo ya se estaba cansando de ser siempre los “hijos de la pavota”.  Que seguir con la mercantilización de la política y de gobiernos prendarios, para sí o para terceros, solo alimentaba la corrupción y el desmanejo de los recursos del Estado, haciendo de ello una práctica rutinaria. La ética y la transparencia es solo en lo discursivo; porque en los hechos no se practica.

 

La gente ve cómo se pavonean, los que entran al gobierno, con una mano atrás y otra adelante, y al poco tiempo ya formaban parte del círculo de los nuevos ricos.

 

No hubo estructuras, ni repartos de bolsones, ni ninguna prebenda que pudieran torcer la decisión ya tomada de cambiar todo.  Los funcionarios (tanto nacional, provincial o municipal), hace tiempo que están muy cómodos en sus puestos o cargos; y no supieron dar respuestas claras y concretas a las demandas de los jóvenes, por ejemplo. Y fueron estos los que tomaron y levantaron las banderas de un candidato que supo darles el mensaje que ellos querían escuchar. Aunque muchos, en el día después, reflexionaron que dicho mensaje era muy bueno, pero no saben si es realizable. Pero como algunos dicen: “estamos cansados de tantas mentiras y tanta corrupción, que no creemos que sea peor de lo que ya estamos pasando...Pero al menos desde ya que les dimos un buen susto...Pero quiero tener la confianza de que es posible soñar con un futuro mejor que esté presente de mierda que vivimos; donde unos pocos son privilegiados y los muchos estamos con las manos vacías.”

 

La gran lección: “no provoquen al pueblo porque cuando se enoja hará tronar el escarmiento”.

 

Y en Salta tuvimos el mejor ejemplo. A pesar de que el gobernador Gustavo “Me da hasta ahicito” Sáenz, declaró a los medios que él no participó en el estas PASO, a nadie escapa que lo dice así para no asumir la responsabilidad de la derrota, a pesar de haber puesto sus candidatos en varias listas. Incluso todo el aparato del poder y el Estado que responde a su conducción no pudo parar este Tsunami de bronca o voluntad de cambio que quería la gente.

 

Toda la logística que puso al servicio de los candidatos oficialista, encabezado por Pablo “Loro” Outes, fueron muy bien aprovechados por los electores, sirviéndose de ello para votar, en el cuarto oscuro, lo que ya tenía pensado.

 

Por eso muchos creen que uno de los grandes perdedores, en estas PASO en la provincia, es nuestro gobernador. Y por más que  quiera  esquivarle al bulto, a las pruebas nos remitimos.

 

Pero si bien este domingo marcó una tendencia de Javier Milei, de aquí a las generales, que se realizarán el 22 de octubre próximo, todo puede pasar hasta llegar a la meta. Por el mapa del tercio que mostró el domingo por tres candidatos con muy pocas ventajas en los porcentajes 30,5 el primero, 28,7 el segundo y 27,7 el tercero, nadie quiere aventurar un pronóstico seguro. Es un final con bandera verde. Lo que se espera que es muy difícil que algunos de ellos ganen en la primera vuelta. Entonces va a ver ballotage.

 

Y así como el voto del domingo fue muy emocional, nadie puede probarse el traje hasta que gane. Hay mucho aún por caminar hasta el 22 de octubre