El canto libertario con melodía de los verdaderos casta que entregan el cimarrón. ¡Vergüenza dan!

El desencanto con la pobreza en Argentina hoy refleja un complejo entramado de problemas económicos, sociales y políticos que han exacerbado las desigualdades y dificultado el progreso de amplios sectores de la población.

 

Sabemos que, en nuestro país, la pobreza no es solo es una cuestión coyuntural, sino que, ante los ajustes que está llevando adelante el gobierno libertario de Javier Milei, no hay miras de que se pueda revertir, cuando no están entre sus prioridades generar políticas de crecimiento de la estructura productiva e industrial del país. Sobre todo, en las zonas más empobrecidas y marginales del país, como lo son las provincias del Norte Grande.

 

A pesar de ser un país con vastos recursos naturales y un alto potencial productivo, más del 56% de la población vive en situación de pobreza según los últimos datos.

 

Y esto tiene que ver, con la constante pérdida del poder adquisitivo de los salarios, que se siguen licuando ante los altos índices de los precios que no se condicen con lo que refleja las mediciones del INDEC.

 

O el priorizar como política central de estado, el déficit cero a cómo dé lugar; dejando a su paso tierra arrasada, a consecuencia del desempleo y la precarización laboral y el crecimiento informal.

 

Porque la falta de empleos formales y el crecimiento del trabajo informal limitan la posibilidad de un progreso sostenible.

 

Porque el acceso desigual, o casi nulo de servicios esenciales básicos como Educación, salud y vivienda siguen siendo inalcanzables o de baja calidad para la gran mayoría de los argentinos.

 

Las políticas de ajuste propuestas por Javier Milei, actual presidente de Argentina, buscan reducir el déficit fiscal y controlar la inflación, pero también tienen un fuerte enfoque en la reducción del gasto público, la eliminación de subsidios y la liberalización de la economía. Si bien, esto puede tomarse como, una forma de estabilizar la economía a largo plazo, su impacto inmediato sobre los sectores más vulnerables está profundizando la pobreza y la desigualdad en el país.

 

Y esta política de ajustes, también está teniendo un fuerte impacto en las clases medias y bajas, ya que los aumentos en las tarifas de estos servicios han reducir el poder adquisitivo de las familias más vulnerables; aún cuando el gobierno lo toma como un triunfo total de sus políticas, los números de los índices que marca el INDEC. Los cuales no se corresponden con la realidad de la población que cada vez se les hace más difícil llegar a mitad de mes porque se mermado notablemente su capacidad de compras.

 

El gobierno de Milei ha propuesto privatizar varias empresas estatales, lo que podría generar eficiencias en algunos sectores, pero también implica una menor inversión pública en áreas clave como la salud, la educación y la infraestructura. La falta de un Estado fuerte en estos sectores podría profundizar la desigualdad, especialmente para aquellos que dependen del acceso a servicios públicos de baja calidad.

 

Además, la propuesta de flexibilizar las leyes laborales con el fin de reducir los costos para los empleadores puede llevar a una mayor precarización del empleo. En lugar de mejorar la calidad de vida de los trabajadores, esta medida podría traducirse en menores salarios, menos beneficios laborales y una mayor vulnerabilidad a la explotación laboral, lo que afectaría especialmente a los trabajadores informales, que ya representan una parte significativa de la población.

 

Ya esto hay que agregarle un condimento que incide mucho en la calidad de vida de los argentinos: La reforma fiscal y los recortes sociales. Y ya lo estamos viendo en los recortes en programas sociales y en transferencias directas a sectores vulnerables.

 

Conclusión:

 

Si bien las políticas de ajuste de Milei buscan poner orden en la economía argentina, su impacto en la pobreza es negativo, especialmente para aquellos que ya se encuentran en situaciones vulnerables. La clave estará en cómo se gestionen las transiciones y en qué medida se implementen mecanismos de protección social que puedan mitigar los efectos adversos sobre los sectores más pobres y garantizar que los beneficios de la estabilidad económica lleguen a todos.

 

Está claro que poco le importa a Javier Milei, lo que la gente necesita.  Su política sigue orientada a beneficiar a unos pocos, en detrimento de los muchos.

 

Pero también está claro que la gran parte de la oposición, negoció la entrega de sus valores y principios éticos (si alguna vez los tuvieron), a cambio de conservar sus privilegios y sus status social y económico. Perdieron no solo la vergüenza, porque soportan que Milei los llame chorros, ratas; entre otros agravios, sino también su capacidad de lucha para dar respuesta a lo que los votaron para un país inclusivo y con crecimientos con igualdad.

 

La oposición...ya no sé quiénes son. Pero se la ve anestesiada y confundida. No están entendiendo que ya hay que buscar otras armas de persuasión; buscar renovar sus mensajes con propuestas nuevas y con actores también nuevos.

 

No ya más de lo mismo. Peor aun cuando los que quieren sacar la cabeza para liderar un movimiento, dicen revolucionario, alimentan los internismos y reactivando la grieta que tanto mal nos hizo.

 

Si llegamos hasta aquí es por algo...para salir, entonces, hagamos algo serio y que enamore a los que se han desilusionados con nosotros.