¡La certeza de  la incertidumbre!!!

Ya vamos para los dos meses de gobierno, tanto provinciales como el de los municipales, y aún seguimos como turco en la neblina.

 

Está el caso de los empleados municipales de varios municipios del interior que reclaman la continuidad de sus fuentes laborales, ante lo que ellos creen que no es más que una forma de ajuste que quieren hacer los intendentes, ante el vaciamiento de las arcas municipales.

 

En una palabra, el ajuste siempre está recayendo en los trabajadores, que no son culpables de las malas políticas  o administración de los recursos públicos por parte de los funcionarios de turno.

 

Los casos màs emblemáticos son los de La Merced, Rosario de Lerma y Salta Capital.

En este último la cosa parece tomar, en cierta manera, ribetes politicos más que financieros. Porque se comenzó con los AP, que dejara de herencia el anterior intendente, y actual gobernador de la provincia, Gustavo “Rubertiño” Sáenz, y que hoy la intendente, Bettinita Romero, quiere desconocer, a pesar de que se había comprometido, durante la campaña que iba respetar esos acuerdos, al menos hasta fines de enero.

 

Y peor aún, los empleados de la Cooperadora Asistencial  de la Capital están como bolas sin manija, a expensas del fuego cruzado entre el gobierno de la Capital y el de la provincia.

 

Bettinita dice que no tiene recursos como para hacer frente el pago de más de 300 empleados de ese organismo asistencial. Y el ministro de Gobierno, Ricardo “Primero” Villada, expresaba que sobre el particular, ellos van a hacer lo que ella pida.

 

Entre esos dimes y diretes, los trabajadores se siguen manifestando por las calles, esperando despertar el interés de los responsables de cada gobierno y les dé una solución a su drama de estar sin saber si están o no en la plantilla de trabajadores efectivos. Porque hasta ahora sus voces solo son lamentos al viento que nadie escucha.

Creemos que, en el caso de la intendenta de la Capital, Bettinita Romero, llego a la municipalidad con el objetivo de ordenar y eficientizar la comuna, pero parece que no le importa el costo social que esto puede generar si no se lo realiza adecuadamente, y dentro de un marco de criterio racional de justicia y equidad.

 

Dejar a muchos empleados en la calle, así como estamos en el país, y obviamente que en la provincia, con una crisis económica y social casi terminal, nos lleva a pensar que vamos a desvestir un santo para vestir a otro.

 

Lamentablemente, siempre caemos en la misma: desvestimos a los más pobres para compensar y vestir a los que más tienen.

 

Es tal  la incertidumbre, en los nuevos gobiernos, que es difícil no pensar que eso es una certeza o un estilo de gobierno.