El dilema de cómo y desde cuándo volver a las clases presenciales, es algo que preocupa a autoridades educativas, gremios docentes, docentes, padres y  a la sociedad en general. La flexibilización del aislamiento obligatorio por el COVID-19, conlleva la gran responsabilidad social y las acertadas medidas, en este caso en educación, por parte de las autoridades.

En estos días, se está discutiendo en el ámbito del Ministerio de Educación, la vuelta a clases presenciales, después de más de 2 meses de haberse suspendido la asistencia a las aulas de docentes y alumnos en todos los establecimientos educativos, tanto de gestión pública como privada.

 

Como lo hemos dicho anteriormente, esta pandemia ha cambiado todos los paradigmas de relaciones humanas, sociales, políticas, económicas, familiares  y, en este caso, el educativo que hizo que la escuela entrara bien adentro de cada hogar. La escuela fue a la casa de cada alumno. Esto trajo una serie de problemáticas y ansiedades que los padres debieron resolver por muchas razones, ya sean de orden tecnológico como de tiempos, espacios y comprensión de la nueva forma del sistema de enseñanza-aprendizaje en forma virtual.

 

Y otro de los factores que está en juego, al momento de decidir por parte de las autoridades educativas de la provincia, es  desde cuándo y cómo volver a la tradicional clase presencial.

 

 No es una tarea fácil, sin dudas, porque a la ansiedad de los padres por volver al anterior sistema presencial de educación de sus hijos, se agrega  la preocupación de cómo brindar el servicio educativo de calidad, adecuados a un protocolo que respeto condiciones de distanciamiento social, higiene y seguridad para los alumnos.

 

Y no es fácil como hay que evaluar la situación de la sobre carga horaria que tienen los  docentes, con este sistema virtual de clases, por cuanto no tienen respiro durante toda la jornada hábil, porque, aún habiendo finalizada su horas de trabajo frene a sus alumnos,  siguen atendiendo las permanentes consultas de padres sobre las tareas que deben realizar sus alumnos. Esto último en el mejor de los casos; porque hay momentos en que se ven presionados por los mismos padres; y muchas con no muy buenos modales o falta de comprensión.

 

Por eso es que, a la hora de decidir, y vuelvo a repetir lo mismo, el cuándo y el cómo retomar las clases presenciales en las aulas, hay que tener en cuenta que para cumplir con el protocolo mínimo, hay que reacondicionar muchos establecimientos educativos, tanto en lo que hace a su readecuación o reparación de aulas, como en la presencia de personal de apoyo, como ordenanzas, donde no los haya o es insuficiente.

 

Además hay que aceitar muy bien el sistema de entradas y salidas, los turnos para uno u otro grupo según los días en que deberían asistir. Y para ello habría que ver, cómo van a permitir el uso del transporte público de pasajeros, para los alumnos que asistan a los establecimientos educativos, según los turnos y horarios programados.

 

Hay muchas preguntas y aún no hay muchas respuestas para ellas.

 

Y otra cosa, en caso volver a las clases presenciales en forma progresiva, según los niveles y lugares, pero sin dejar de lado las clases virtuales con aquellos cursos que no asistan a las aulas, cómo se regulará esos dos sistemas, sin llegar sobrepasarse en la carga horaria de los docentes.

 

Y se ha detectado, en el caso actual de la enseñanza online, algunos problemas tan serios como alarmantes, y que se necesitan resolver urgentemente, como lo es la falta de o baja conectividad, en algunos lugares, incluso en la misma ciudad de Salta; que se supone que no debe haber tales problemas. Además de que la falta de elementos informáticos como notebook o celulares adecuados, tanto de los docentes como de los mismos alumnos. Porque muchos docentes tienen una sola computadora, que a veces no pueden usarla plenamente, porque sus hijos las necesitan para estar presentes y atender a sus clases virtuales.

 

Y sobre esto de la herramienta informática, hasta ahora los docentes están usando su tiempo, su máquina, a su costo en todo cuanto hace al mantenimiento de la misma, consumo de energía; y rogando que no sufra ningún desperfecto y pagar un técnico para su arreglo con el consiguiente gasto y pérdida de tiempo para cumplir con su dictado de clases.

 

Y por último, la angustia y la preocupación de los padres que, esperan ansiosos porque se vuelva al tradicional dictado de clases presenciales, ya que muchos de ellos ya volvieron a sus actividades laborales, y en el caso de seguir, con las actividades virtuales, no tienen quien cuide a sus hijos.

 

La decisión a tomar, para la vuelta  a clases, debe ser concienzudamente razonable, práctica y que sea con todos los resguardos para proteger la salud de los niños y docentes. Y que no sea un factor de causal de pérdida de los logros alcanzados, en la lucha contra el coronavirus, y tengamos que volver para atrás.