Montado sobre una teoría, la del Liberalismo, que se fue cimentando a lo largo de los siglos, el Neo liberalismo vino en el S. XX a tergiversar todo lo anterior, empeorando las relaciones de poder ya desiguales de aquel modelo socio económico.
El Neoliberalismo es aquella doctrina que considera al mercado como el único capaz de garantizar la adecuada asignación de recursos en función del crecimiento económico. Desde este punto de vista, la única forma de que el mercado se regule a sí mismo es a través de la libre competencia. En este contexto, el Estado solo está para asegurar al libre juego de la oferta y la demanda en el mencionado mercado.
Pero ¿qué tendría que hacer entonces el Estado? ¿Qué quiere decir asegurar el buen funcionamiento del mercado? A ver, un mercado monopólico, ¿es eficiente? ¿Y uno oligopólico? ¿Debe intervenir el Estado en estos casos o no? ¿Quién define la eficiencia del mercado para asignar los recursos?
Simplificando podemos afirmar que lo que se busca es la maximización global de las ganancias. ¿Cuáles ganancias, de quién?
Lo cierto es que la existencia de un pequeño número de empresas en un sector comercial o productivo determinado, habilita fácilmente el aprovechamiento de su posición dominante para cartelizar, es decir, fijar precios por los bienes y servicios sin relación necesaria con los costos de su producción. Esto es lo que sucede en varios sectores de la economía argentina. Las comunicaciones por ejemplo, pero también la producción petrolera y de energía, o los alimentos en cierta medida.
La búsqueda de la minimización de la participación de Estado en la gestión de un país, es decir la maximización del peso relativo de lo privado sobre lo público, condujo en nuestro país a la eliminación progresiva de los sistemas de control del Estado.
Con la quiebra de Vicentin SAIC, nos enteramos que los granos que parten de los puertos rosarinos no son controlados por nadie y que sus pagos al Fisco son “garantizados” por una declaración jurada y el Mercado de Valores. La exportación de minerales sigue un criterio similar, nadie sabe qué se exporta realmente y entonces tenemos mucha dificultad para cobrar los cánones que además son escasos. Cada una de las eliminaciones de los controles, como los precios o la distribución de medios de comunicación a lo largo y ancho del país, obedeció al avance del modelo Neo liberal.
Entonces este modelo propone eliminar los controles desde el Estado, liberar el mercado a su suerte y manejar la suerte de ese mercado con posiciones dominantes desde diferentes espacios cada vez más concentrados. Así, mientras miramos a los elogiadores seriales, se consuma el saqueo.