Más allá del mito, la leyenda y la memoria, este gran hombre ha sido la clara representación de la defensa de la soberanía y de la patria.

Sus hazañas son comparadas con la de seres legendarios como el rey espartano Leónidas que luchó en inferioridad de condiciones contra un enemigo mucho más poderoso con solamente la valentía y el ingenio; y como éste, el destino de Güemes fue la muerte más gloriosa, en aras de su amada patria, rodeado de sus fieles gauchos espartanos que lo idolatraban.

 

No se entiende el por qué estuvo tan olvidado, tan convenientemente encajonado en el olvido. Quizás será porque Güemes no solamente enfrentó al enemigo extranjero que buscaba esclavizarlo sino también contra el poder centralista de Buenos Aires que muchas veces estuvo en contra de los planes sanmartinianos de liberación.

 

Por estas y muchas razones Güemes es un símbolo que trasciende la historia y se posiciona como un ejemplo para las generaciones venideras. Una estampa necesaria, una historia incomparable para ser enseñada en todas las escuelas del país. Una idea que debería ser trasplantada en cada conciencia argentina para mejorar el presente y construir el futuro.

 

Necesitamos de su historia para construir una nueva Argentina, una nueva generación de gauchos libertarios, una nueva raza de mujeres y hombres defensores de nuestra cultura.