Cuando abrió las sesiones legislativas del 2020 me sorprendió. Se habían acabado los discursos de campaña. Desde el 10 de diciembre conducía lo que sería la Reconstrucción Argentina.
Maniobrando entre fondos buitres, inflación galopante, reclamos de todos lados, hambre, pobreza, etc. Entusiasmos variados en un Frente de Todos diverso pero no disperso.
La maldita “herencia recibida”, no llamada así por razones de registro de patentes, era enorme, inconmensurable y los faltantes aparecían por todos lados, en cada ministerio. En Salud (ahora nuevamente Ministerio) y Educación la deuda a los proveedores superaba el presupuesto anual de infraestructura y así era todo. Había que armar planes, programas y presupuestos para cada área desarticulada. Para cada derecho conculcado había que construir una salida.
En ese primer discurso Alberto Fernández edificó, con sobriedad y armonía. Un verdadero Plan de Gobierno. Cualquiera podía ver, ya no “una luz al final de un túnel” sino un camino señalizado. Un andarivel al cual subirse.
Allí no descubrimos a un orador, aunque comparado con lo anterior, Alberto resulta ser el griego Demóstenes, no, pero resultó ser un excelente “descriptor”. Su voz entrenada en las aulas no afloja con el correr de los minutos y la dicción, ¿qué decir? Veníamos muy mal.
El Presidente hizo gala entonces de precisión para convocar a un desafío.
20 días después la pandemia comienza su avance rioplatense inexorable. La tormenta opacó el cielo y hubo que someterse a la realidad de que la salud tiene que estar primero y los planes tenían que ser todos revisados.
El lunes pasado, Alberto Fernández volvió a enfrentar a la Asamblea Legislativa real y ahora virtual para resumir qué pasó y qué vamos a hacer.
Dos días después de que la oposición agotara su imaginación (pero no su odio) en unos sacos mortuorios, el Presidente los encasillo a donde corresponde, una minoría desesperada.
No quiero decir que la oposición es una minoría, solo que estos extremistas son una minoría, con el resto tal vez se pueda dialogar.
AF tocó todos los temas importantes. Vacunas, anticipando y explicando sin mentiras qué se había hecho. Femicidios, Obras Públicas, negociación con los Buitres, federalismo, Política Internacional (poco). Dos cosas creo yo que sobresalieron, la “querella contra los malversadores del Estado por la deuda con el FMI” y el pedido de normalizar el funcionamiento de la Justicia. Sin estos procesos la Argentina quedará nuevamente en “las gateras” de una larga carrera.
Nuevamente balizó un camino a seguir, incluyendo esta vez sí puede, la solución de la pandemia del COVID-19. Nuevamente nos narró con detalle suficiente, la historia de lo que este pueblo tiene que construir y nuevamente llamó a la unidad.
Este es el tren y va bien encaminado a pesar de todo. El que se quiera subir que lo haga pronto, necesitamos coherencia. O salimos juntos o no salimos.