Existe un tiempo que en política es muy necesario. Ese tiempo en el que o las cosas salen bien, o las cosas salen mal, independientemente de la cosa en si misma. Es decir, podemos tener la mejor intención, una de esas que pavimentan el camino al infierno, y sin embargo no rendir sus frutos.
Podemos darle a un proyecto bombo, bombo y bombo, que, sin embargo, el proyecto no “cuaja”, no calza.
Veamos. Existe el tiempo cronológico que todos conocemos, el que marcan las horas a pesar del bolero, los 10 segundos de Usain Bolt para correr los 100 metros o los del calendario que acompaña nuestros años inevitablemente.
Existe, al menos eso dicen los que saben, un tiempo estratégico que indicaría, independientemente de las manecillas del reloj (qué antigüedad) que es ahora o nunca.
Un tiempo independiente del día o de la noche, ese momento que no puede esperar.
Cuando el Presidente Alberto Fernández apareció el miércoles pasado explicando que, porque las cosas andaban mal con la pandemia había que restringir la circulación, eligió los dos tiempos que mencionamos. Por la noche en el llamado “prime time” de la tele, es una hora cronológica, o un período de 2 horas que permite llegar a mayor cantidad de gente con el menor esfuerzo.
También evaluó el tiempo estratégico. Era en ese momento, porque si no todo esfuerzo iba a ser inútil, por demorada, por tardía y porque la curva ascendente daba miedo.
El Presidente fijó también otro tiempo cronológico; viernes 24hs para reducir la circulación y lunes 0hs para las escuelas. Cronogramas habituados a ciertas costumbres de la vida.
Existe otro tiempo muy importante también que los expertos en planificación, en imagen, en lo que fuera llaman Tiempo Oportunidad. Este indica un momento en que la toma de una decisión es acertada por oportuna. Se diferencia de los anteriores ligeramente y como los del principio de la nota, cuando no es el momento oportuno, NO LO ES. Es inútil.
Con estos antecedentes yo me pregunto, en medio de un quilombo pandémico de envergadura planetaria, con una crisis política que parecía la pelea entre Güemes y Pueyrredón por suministros de guerra, con los aviones yendo y viniendo a China y Rusia por más vacunas, con vacunatorios VIP provinciales por explicar y camas faltando sin justificación después de 12 meses de gestión virológica: ¿A quién diablos se le ocurrió la bizarra e inoportuna idea de hacer aparecer al Gobernador Gustavo Sáenz soplando la velita?