Nuestras carnes, nuestros granos, nuestros peces, nuestros minerales son sin duda riqueza. Pero la verdadera riqueza es el conocimiento. Y sólo se logra con el estudio esforzado. Cada vez somos más pobres, pues disminuye claramente el nivel de nuestros niños y jóvenes. La tercera parte de los egresados del nivel secundario no puede entender el sentido de lo que leen.
La pandemia es una divisoria de aguas. Niños y jóvenes con acceso a Internet y la tecnología adecuada, siguieron creciendo. Los excluídos se atrasaron y muchos abandonaron los estudios.
¿Cuál es el secreto del crecimiento de China? Es evidente que tienen recursos, pero son insuficientes. No pueden lograr el nivel de alimentos que necesitan dentro de la propia China. ¿Y por qué está a punto de transformarse en la primera potencia económica y financiera del planeta? ¿Por qué tiene una creciente y floreciente clase media? ¿Por qué hay tantos millonarios y empresas exitosas? Están fabricando tres vacunas distintas para el tratamiento de la pandemia. Han llenado el mundo con sus productos. La razón es muy simple. Encararon la educación y la investigación como una cuestión de Estado. Y para obtener el conocimiento de las tecnologías más avanzadas, enviaron a estudiar fuera de China a cientos de miles de jóvenes, que luego regresaron para aplicar lo que aprendieron. La revolución china es la revolución del conocimiento.
Apunto de que en China existe un solo partido, con controles muy rígidos sobre todos sus habitantes y también sobre los territorios de ultra mar como Hong Kong, por lo que resulta loable imitar su capacidad de adquirir conocimiento pero no su sistema político.
Japón no tiene recursos naturales y es uno de los estados señeros del mundo. Y la razón es su nivel de conocimiento y la ética de su pueblo y de sus gobernantes.
Los países nórdicos, Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia han logrado crecer hasta el punto de resolver toda la problemática de sus habitantes en todo sentido, especialmente en salud y educación, que es gratuita en todos los niveles. Son países profundamente democráticos y participativos. La dirigencia es honesta. Su riqueza es el conocimiento. Hacia allí tenemos que mirar.
Singapur, Vietnam y otros de los denominados tigres de Asia, regímenes autoritarios, han logrado un buen nivel de vida para sus habitantes por el conocimiento.
Nosotros, los argentinos, con la revolución del docente Sarmiento, fuimos ejemplo para el mundo y sin ninguna duda los más educados de América Latina, a punto tal que logramos eliminar el analfabetismo. Coincidentemente con nuestro alto nivel educativo, fuimos uno de los estados más prósperos del mundo. Nuestra decadencia como estado organizado y como nación, es el resultado de nuestra pésima calidad educativa.
Si les resulta razonable el modo en que escribo, les aviso de que lo aprendí en la escuela primaria. Era la Mariano Cabezón, San Juan y Alberdi, frente a la Iglesia de la Viña. Por lo menos una vez a la semana teníamos un tema que se denominaba “composición”, que consistía en redactar sobre temas escogidos por la maestra.
Todas las maestras tenían un compromiso personal y colectivo extraordinario con el alumnado. El espíritu de cuerpo de ellas y de los educandos era excelente. Mientras vivieron las invitábamos a reunirse con los ex alumnos. Hoy, los pocos que quedamos, seguimos reuniéndonos.
En algunas oportunidades me enfermé y perdí clases. Mis maestras me llevaron a sus casas, me pusieron al día, y además me brindaban una taza de té. Nunca cobraron por este servicio adicional. Su gran orgullo era que sus alumnos aprendan.
De ser un ejemplo para el mundo, pues el magisterio de habla española utilizaba las revistas argentinas especializadas en docencia, pasamos a ser uno más del montón. Los resultados de las pruebas PISA y otras, así lo demuestran.
¿Queremos ser una democracia ejemplar? ¿Queremos prosperidad y distribución equitativa de nuestras ganancias? ¿Queremos volver a tener el orgullo de ser argentinos? ¿Queremos ascenso socio económico? ¿Queremos que nuestra descendencia pueda acceder a las más altas cumbres del conocimiento? ¿Queremos igualdad de oportunidades? Pues hay un solo modo: estudiar. Comenzando con una buena educación primaria.
Nuestros docentes están mal pagados, desmotivados, faltan mucho. No gozan del respeto de la comunidad, como ocurría durante mi niñez y juventud. Pero ellos son los únicos que pueden volver a repetir la revolución sarmientina.
Pero para que asuman la responsabilidad de este cambio indispensable, todos los argentinos tenemos que brindarles salarios dignos, para que los y las mejores asuman el sacerdocio docente. Nosotros, padres y abuelos, debemos involucrarnos en la educación de nuestra descendencia. Pero el ejemplo lo deben dar los conductores políticos, llegando capacitados y capacitándose permanentemente. La educación debe ser una cuestión de estado. Y nosotros debemos elegir a los políticos más capaces y éticos para que asuman como propia la revolución docente imprescindible. Debemos lograr nuevamente el respeto y el cariño a nuestros maestros.
Creo que el derrumbe en Salta comienza con la eliminación en 1998, del Consejo General de Educación, en el que los docentes estaban involucrados y protagonistas.
Como estoy convencido de que sólo los docentes pueden producir el gran cambio educativo, propongo como ente rector de la educación primaria, a un nuevo CONSEJO GENERAL DE EDUCACION, autárquico, con conducción plena de los docentes. Creo que debe tener una plana mayor de cinco miembros. Un representante por los docentes de capital; uno por el interior y un tercero elegido en forma conjunta por todos los docentes de capital e interior. Uno de los miembros será propuesto por el Gobernador y otro por la Legislatura local. Todos con una antigüedad docente de por lo menos quince años. Pueden formar parte de esta conducción docentes jubilados. Los padres de alumnos, si se organizan, pueden colaborar en cada una de las escuelas y designar un representante en la conducción, con voz pero sin voto
Para que esta autarquía sea correcta y eficiente, las partidas presupuestarias deben ser liquidadas al ente puntualmente, sin que la Comisión deba concurrir al Ministerio de Economía a pedir que se remitan los fondos.
Todos los cargos deben ser concursados. Se necesita un protocolo muy estricto, para que ningún político pueda señalar al docente de su agrado para el cargo vacante.
Las decisiones del Consejo se tomarán por mayoría, pero deberán contar siempre con el voto afirmativo de alguno de los representantes del Estado, para que no se transforme en algo corporativo.
No soy docente. Hablo desde mi carácter de niño con una educación privilegiada y padre de niños educados en la escuela pública. No quiero convencer pues no estoy calificado. Pero si lo estoy para abrir el debate.
Para instalar en Salta la Gran Aventura del Conocimiento, debemos ajustarnos el cinturón en todos los organismos estatales, llenos de agentes superfluos, para pagar mejor a nuestros docentes. Y al Estado Nacional fondos para que el Norte Grande deje de ser una vergüenza nacional, con los peores índices socioeconómicos del país.
Esta estructura es aplicable también a los estudiantes de secundario y terciario, con la alternativa de un gran ente autárquico educativo que englobe a todos.
Nuestra juventud no tiene motivación para estudiar, ni para esforzarse. Los motivemos.
Hagamos conocer quiénes son los mejores. Instalemos becas automáticas y concursemos todos los cargos públicos, eliminando la cuña política y los parentescos.
Concluyo afirmando la necesidad de verificar si nuestros docentes están capacitados para la enseñanza necesaria para nuestra correcta inserción en el mundo. Si no lo están, capacitarlos en los nuevos y necesarios contenidos. Autarquía en la conducción de la educación primaria y mejores salarios, son insuficientes para la revolución del conocimiento que propiciamos.
Unidos y organizados, una Argentina y una Salta más justa, es posible.
(*) Gentileza del Dr. Dávalos al enviarnos su columna en Radio Aries de Salta.