Hace más de quince días que nuestra provincia, y sobre todo nuestra Capital, se ve convulsionada y tomada por la impronta de los docentes, denominados Autoconvocados, que reclaman por mejoras en sus salarios y, antes que nada, que el gobierno provincial los convoque a discutir en una mesa de paritarias las nuevas pautas salariales de cara al segundo semestre de ese 2021.
No es ninguna novedad este tipo de movimientos de parte de los docentes, ya que desde hace años que vienen reclamando se les reconozca una representatividad de los docentes que, según ellos, no la tienen los gremios formalmente constituidos y reconocidos por el gobierno provincial, pero no por las bases.
Nadie duda de la honestidad y legitimidad de los docentes por reclamar un salario más justo y acorde a la importancia de su labor, en una tarea tan fundamental como lo es la educación. El tema que lo hacen desde una perspectiva de organización aparentemente anárquica y por ahí no muestran una cabeza visible y convocante de las bases de los docentes que dicen representar legítimamente.
Y la fuerza que esgrimen, desde que apareció este movimiento de los docentes autoconvocados, va perdiendo efectividad, en el tiempo y en las formas, a la hora de saber quién o quiénes van a representar, en una mesa de negociación con el gobierno provincial. Ya esta película la vimos, el año pasado, cuando el mismo gobierno que hoy se niega a negociar con ellos, los convocó a una mesa de diálogo, donde si se acordaron algunas cosas que, a fuerza de ser honestos, ya se habían arreglado con el sector de la Intergremial docentes, al que ellos no los reconocen y, literalmente, quieren que se vayan o desaparezca.
Los docentes, tanto los que están enrolados en los Autoconvocados como los que aceptan la conducción de los gremios legalmente reconocidos, por ser elegidos como tal, por sus propios afiliados.
Entonces nos preguntamos qué rol deberían jugar los docentes, que son tan pares como los del movimiento autoconvocados, pero que están dentro de esos gremios que son criticados y hasta para nada respetados por los otros que no están agremiados; o peor aún, siguen afiliados a esas instituciones gremiales conducidos por dirigentes a quienes repudian en las calles, tras sus movilizaciones y proclamas.
Entendemos que parte de esta situación la tienen los dirigentes gremiales que no saben dar con la impronta de lo que quieren o necesitan sus afiliados. Y la otra parte, y que no es menos importante, es el propio gobierno provincial que se siente cómodo con estas divisiones, ya que no es fiel a sus promesas de campaña, y la educación no forma parte de sus prioridades, como factor de desarrollo. La educación, para todos los gobiernos, nunca fue una política de estado. Como que no vemos, al menos en el orden provincial, que se destinen mayores recursos, en su presupuesto anual.
Además, están las leyes que regulan la actividad gremial en cuanto a los reclamos colectivos de los trabajadores; en este caso de los docentes. Si es así, cambiar las reglas de juego en el ejercicio de defensa de los derechos o reclamos colectivos de los docentes, necesariamente tiene que cambiarse primero la leyes que las regula y las controla.
No es un capricho que para la defensa de los derechos de los trabajadores, hace falta estar sujetos a derechos. Las leyes están para cumplirse, y los docentes, que son los formadores de ciudadanos deben dar el ejemplo.
Esto es una simple reflexión que se hace, a fin de encontrar un poco de cordura y racionalidad, tanto de parte de los docentes como del mismo gobierno. Porque si están los docentes empecinados en seguir en su lucha, es porque el gobierno no es capaz de colmar sus expectativas con políticas de estado que los contenga, a ellos como trabajadores de la educación como de los niños y jóvenes.
Vimos que la misma sociedad de divide en pro o en contra de los reclamos docentes. Pero la espectacularidad de las acciones de éstos, trajo como consecuencia el malestar de muchos ciudadanos que se vieron afectados en sus derechos de circular libremente. No aceptaron la extorsión como forma de protesta. Y no solo con los docentes, también se molestan cuando movimientos sociales u otros gremios cortan calles, por dar un ejemplo.
Y lo más graves que nuestros niños son los que se encuentran rehenes de estos desencuentros, entre el gobierno y los docentes. En un momento en que la pandemia del COVID 19, afecta la normalidad de nuestras vidas; a la vez de destapar muchos cosas que necesitan de reverse para cambiar y proyectar un futuro mejor para nuestra provincia y nuestro país, con este paro por tiempo indeterminado, muchos chicos se están perdiendo, al no tener clases, de la única porción de comida que por ahí tienen en el dia.
Creo que todos tenemos que ceder algo, de nuestras apetencias, para poder consensuar algo positivo para salir del estado de furia social en que nos encontramos en estos momentos. El gobierno debe ser el que propicie el diálogo y el encuentro de la docencia para comenzar a construir algo nuevo en esto que debe ser la POLITICA EDUCATIVA, con mayúscula. Y sabemos que lo podemos lograr, solo tenemos que dejar de lado los rencores y dar el paso para institucionalizar esta protesta, en un marco regulado, no solo por las leyes, sino por el sentido común que debemos recuperar en esta sociedad tan convulsionada.