Comienzo la columna presentándome, pues así me lo pidieron. El tema propuesto era elegir el acontecimiento más importante del 2021. Y he escogido la reforma de la Constitución, que es un paso adelante, pero que requería un gran salto. La voluntad de los convencionales de buscar consensos es lo más importante, pues representaban intereses políticos contrapuestos. Nuestra Constitución es poco republicana, pues aún con las reformas, se mantiene las excesivas facultades de la Corte de Justicia y del Gobernador. Pero la búsqueda de consensos de los constituyentes, nos da la esperanza de que somos capaces de escuchar al otro, y articular grandes acuerdos, para que Salta deje de ser la vergüenza del país, por sus indicadores socio-económicos y por el índice de femicidios. No soy poseedor de la verdad, pero creo que con estas columnas ayudo en su búsqueda. La verdad no es unipersonal. Es compartida. Y para encontrarle debemos ser más participativos, asintiendo, discrepando o proponiendo alternativas.

Buen fin de año y mucho esfuerzo y resiliencia para encarar el próximo año.

Me Presento. Soy Santos Jacinto Dávalos, abogado, peronista desde chico, aunque ni los K ni este Justicialismo provincial me representan ni me conducen. Soy un peronista nostálgico.

 

No soy un homo político. Soy un animal político. La política se me volvió genética, pues a los ochenta y tres años sigue circulando por mis venas, ahora sin pretensión de ocupar ningún cargo.

 

He ocupado espacios políticos administrativos importantes, tanto en lo municipal como en lo provincial. Desde asesor hasta Secretario General de la Gobernación. He sido concejal, diputado provincial y diputado nacional. He sido congresal provincial y nacional del Partido Justicialista. También Secretario General y apoderado, cuando el peronismo estaba al servicio de la comunidad, sin corrupción ni siquiera sospecha de corrupción.

 

 Estos antecedentes me brindan experiencia, que, con la objetividad que dan los años, me permiten opinar con conocimiento.

 

Al final de mi vida he comprendido que la Patria también es el otro. Y que privilegiar la Patria es ser capaces de dejar de lado partidismos e ideologías, y consensuar con el otro lo mejor para la Argentina y para Salta. Es penoso que nuestra dirigencia nacional no comprenda que la grieta solo los beneficia a ellos y aleja la concepción de que servir a la Patria, es el máximo honor. No tuvieron en cuenta a la Patria, ni el Pro, ni los radicales ni los peronistas (por llamarlos de algún modo) pues privilegiaron sus intereses personales, consensuando un acuerdo para continuar candidateándose como intendentes, a pesar de que una ley, había limitado a dos mandatos continuados y uno de espera. Esto ocurrió en Provincia de Buenos Aires. Para la Patria no hay acuerdo. Para los bolsillos sí.

 

En Salta, en los hechos, lo más importante en este año que se acaba, sin duda alguna es la pandemia, cuyo tratamiento sanitario en Salta comenzó mal, pero se enderezó y brindaron un muy buen servicio. Parecía que al Covid lo teníamos noqueado, pero se levantó del suelo y nos tiene nuevamente acorralados, probablemente porque abandonamos toda medida de precaución y nos hemos comportado como si el bicho nunca hubiera existido.

 

En el orden institucional, lo más importante ocurrido en Salta, fue la reforma constitucional. Empezó mal, con un sistema electoral amañado que permitió que el gobierno con bastante menos del cincuenta por ciento de los votos consiguiera casi las dos terceras partes de los convencionales. Siguió mal, cuando haciendo valer el número, el gobierno se quedó con todas las presidencias de comisiones, con lo que lograron no solo el triunfo numérico sino la conducción táctica de todas las comisiones.

 

Luego mejoró ostensiblemente, pues no solo se buscaron consensos, a tal punto que algunos dictámenes fueron unánimes, sino que recabaron las opiniones de estudiosos, de los Colegios Profesionales, de institutos vinculados a la política y también de sectores que discrepaban con los lineamientos gubernamentales para la reforma. Todas las voces fueron escuchadas y creemos que terminó bien. Erróneamente, no se consultó al Consejo Económico y Social.

 

Los diez años de duración de los Jueces de Corte, sin relección posible, son razonables, y permiten mayor independencia, pues no tienen que hacer buena letra para ser nuevamente designados, como ocurría con la constitución reformada. Pero se perdió la oportunidad de llamar a concurso para que los más capaces asuman tal honrosa función y se omitió consignar el número de integrantes, por lo que cualquier otro gobernador podrá designar a sus allegados, aumentando el número, como hicieron Urtubey el gobernador actual.

 

Es un gran avance limitar a dos períodos los mandatos de gobernador y vice e intendentes. Pero la negativa oficial a consignar como cláusula transitoria que el presente es el primer mandato, permite que se extienda   a tres períodos. Sabemos que el gobernador no lo va a hacer, pues así lo anunció el vicegobernador Marocco. Pero los intendentes, si la Patria y el Movimiento se lo reclaman, se quedarán doce años, además de los ya ejercidos. Fue un error utilizar la voz “consecutivas”, pues ya ofrecía interpretaciones contradictorias, que Juan Carlos Romero zanjó con la convocatoria express del año 2003. La prohibición de asunción inmediata, en los cargos ejecutivos, de parientes del gobernador, vice e intendentes, es un golazo.

 

Con la Auditoría ocurrió un parto de los montes. “Tronaron los montes y nació un minúsculo ratón”. Todo sigue igual. Un lugar para acomodar amigos o amigas con título, para que no se controle a los que deben controlar, que son el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Fundamentalmente para que puedan jubilarse con el jugoso sueldo de camarista judicial. Admito que ocho años sin posibilidad de ser designado nuevamente y limitar en la constitución a cinco miembros, es un paso adelante, pero de nada sirve si se acomodan profesionales sin concurso alguno.

 

El tratamiento dado a los mandatos de legisladores provinciales y municipales es el correcto.

Pero el drama de los salteños subsiste. Y es la esperanza que el Señor del Milagro nos dé un buen gobernador, pues si resulta malo, no tenemos herramientas para corregirlo. No teníamos ni tenemos modo alguno de que entiendan de que son nuestros mandatarios y nosotros sus mandantes. El encargado de los negocios públicos es mucho más importante que los dueños.

 

El gobernador actual designará a los nueve miembros de la Corte que durarán diez años. Y si ninguno o ninguna se muere o se jubila, dentro de diez años, poco más o menos, el gobernador en ejercicio designará a su vez los nueve Jueces de Corte, pues no se previeron escalonamientos que den razonabilidad a las designaciones. La experiencia es que la mayoría de los magistrados designados a través del Consejo de la Magistratura, contaban con la previa anuencia del poder. Y cuando ninguno de los que se pretendía acomodar fue incluido en las ternas, anularon los concursos.

 

El gobernador seguirá ejerciendo facultades legislativas con los Decretos de Necesidad y Urgencia, aún sin que haya urgencia ni necesidad, pues simplemente las Cámaras jamás lo tratan.

 

La delegación de facultades de un Poder a otro está expresamente prohibida por la Constitución Provincial. Pero para el Poder Legislativo es una simpleza que no merece ser acatada. Por ello delegan en el gobernador la potestad de modificar partidas presupuestarias a su criterio, sin darse cuenta que el presupuesto, que es facultad totalmente legislativa, en los hechos, queda en manos del Ejecutivo.

 

La idoneidad, que es el requisito para el ingreso a la función pública, que debiera verificarse mediante un concurso público, solo la controla el gobernador, sin que nada ni nadie pueda discutirle que el nombrado no es idóneo. Por ello el cargo público es botín político, pero también para los parientes y amigos, como se apreció recientemente en la Cámara de Diputados.

 

El gobernador va a seguir nombrando a toda la Justicia y a todos los empleados públicos. Va seguir ejerciendo funciones legislativas y no va a tener ningún tipo de control, ni interno ni externo.

 

El manejo presupuestario le da al gobernador una mano de lana y otra de plomo, para convencer a los intendentes. La de lana para los sumisos. Y la de plomo para los indóciles.

 

Este exceso de poder, sin control, no es republicano.

 

Con la reforma hemos dado un paso adelante, pero necesitábamos un gran salto.

 

Seguirá la exclusión de la mujer, la desigualdad del voto en perjuicio de los citadinos, la falta de representación de las minorías y la toma de decisiones fundamentales en manos de menos del ocho por ciento de la población que tiene la mayoría en el Senado.

 

La participación de la mujer en la justicia es adecuada. Pero 22 senadores y una sola senadora, es inadmisible.

 

Les deseo un buen fin de año.