Estas últimas semanas nos han mostrado de manera evidente las profundas debilidades de la Argentina.

Dos acontecimientos externos hacen temblar nuestra vida y parece que poco podemos hacer para enfrentarlos.

 

Los efectos de la gestión macrista y de la pandemia dejan huellas en lo que cualquier estratega conoce como libertades de maniobra.

 

El FMI es, siempre lo ha sido, la eliminación de la última libertad de maniobra, la de dominar tu propio dinero. Si no lo dominas vos, alguien te lo domina. Negociar como se viene haciendo solo es consecuencia de una entrega perversa. El macrismo entregó la soberanía.

 

Cuando Mauricio Macri llegó al poder, la Argentina tenía el potencial de recurrir a empréstitos privados para motorizar el desarrollo de su pueblo. Así lo hicieron los países que crecieron. Tomaron préstamos para generar dentro de una nación los instrumentos físicos; gasoductos, comunicaciones, sistemas educativos y de salud, etc. necesarios para alcanzar la siguiente etapa tecnológica. Alcanzar la competitividad necesaria para sobrevivir en el contexto global.

 

En un escenario de puja global entre la economía financiera y la economía productiva, el gobierno de Cambiemos optó por la primera. Siguiendo los patrones culturales de una clase rentística local, se dedicó a la especulación. Terminó agotando esa libertad de maniobra al recurrir al FMI.

 

En 5 minutos capituló entregando sus finanzas a otros.

 

La pandemia del COVID-19 operó sobre las libertades internas. Es decir, la posibilidad de invertir mediante emisión en el mercado interno para comenzar, si, solo comenzar, un proceso virtuoso vinculando la producción con el consumo. La inversión con los salarios, las jubilaciones y el costo de los alimentos, FUERA del modelo especulativo. Esa posibilidad se agotó para atender los efectos de la pandemia. No solo es cuestión de bienes, se invirtió un volumen enorme de pesos en sostener una industria y empresas que de otra manera hubieran cerrado, con las consecuencias que podemos imaginar en desempleo y empobrecimiento del pueblo.

 

Cuando se habla de esto se refiere al Plan de Recuperación Industrial, Comercial y de Servicios más grande de la historia. (Plan, planeros, ¿les suena? No jodan muchachos)

Entonces las dos libertades posibles, crédito y emisión se encuentran absolutamente limitadas y sujetas a la pequeña parte que le toca al Estado de la balanza del comercio internacional.

 

Sobre llovido, guerra.

Cuando a vos se te acaba la reserva en el “colchón” y además tus familiares ya te negaron la plata para pagar la deuda en el almacén, tu debilidad es absoluta para protegerte de cualquier escenario.

 

La tragedia de la invasión rusa a Ucrania en un contexto global de tensiones internacionales que vienen de años, es para todos, oportunidad y amenaza.

 

El problema es que cuando no tenés recursos para aprovechar la oportunidad, aún si tenés la capacidad de verla antes que el resto (ponele, je), no la podés aprovechar.

 

El macrismo dejó muchas bombas plantadas, pero entre los principales están la imposibilidad de contar con empréstitos internacionales, entonces, cuando deberías estar invirtiendo para duplicar la velocidad de construcción de los gasoductos desde Vaca Muerta (por ejemplo), esto es imposible o complicada geopolíticamente.

 

Otro problema que dejó el macrismo, es que la Mesa del Campo, entendió que podían tener un empleado a través de su propio partido. Es decir, en lugar de tener que dialogar con otro poder, podían conversar entre ellos, como si fuera una reunión de directorio, y decirle al presidente que hiciera tal o cual cosa. Bueno, no fue tan fácil ni directo. Al final cuando las papas quemaron tuvieron que ir a buscar al hermano mayor en Washington.

 

Pero lo cierto es que cambiaron la relación de poder.

 

Hoy estamos totalmente expuestos a las crisis internacionales, sin capacidad de inversión en visiones estratégicas y con un sector de poder que ganó, justamente, poder en esta correlación de fuerzas.

 

Para el gobierno el acuerdo con el FMI opera como un recurso de muy corto plazo para calmar alguno de los frentes, ganar un poco de tiempo y lanzarse a una tarea que todos necesitamos, comenzar a crecer desde las bases.

 

La promesa electoral que aún espera.