Pasamos un nuevo Día del Trabajador en la Argentina y otra vez, fue algo raro. Ya lo había sido en otros años. Los años neo liberales nos entregaron celebraciones llenas de tristezas lógicas de quienes consideran al trabajador un costo, como el agua o la electricidad o la basura.

Pero cuando el que gobierna es el peronismo, y a pesar de tener un panorama muy difícil, nuestro presente duele. Y las miradas entre los compañeros son adustas. Serias.

El mundo del trabajo cambió en los últimos 40 años más que en los 100 o 150 años anteriores. La irrupción de la tecnología digital y sus robots allá por los ’60 del siglo pasado, anticiparon ciertos cambios que se aceleran.

 

Una fábrica de muebles o de baterías en Salta incorpora robots para evitar la manipulación humana de piezas, dicen en búsqueda de la competitividad. Elimina puestos de trabajo ganando en productividad a medida que estos sistemas o robots, o ambos juntos, mejoran día a día.

 

El aumento de la productividad produce un doble efecto, reduce el recurso humano necesario y eleva la barrera de ingreso de competidores, aumentando la concentración de la producción en pocas manos.

 

El mercado laboral se ve comprometido por sobre oferta de mano de obra y el mercado del consumo de esos bienes se ve condicionado por la posición dominante que tiene dicha empresa. Son datos, no opiniones. Simplifico para que se entienda la idea general.

 

Los trabajadores “informalizados” por este proceso, es decir aquellos que ingresaron al ejército de desocupados por el impacto de las políticas instrumentadas entre 2015-2019, se suman al residual desempleado y subempleado de crisis anteriores.

 

Si los últimos 40 años fueron transformadores, los recientes 15 han sido revolucionarios en sus efectos. Los empleados de servicios se ven desde hace años amenazados por las redes informáticas. Hoy esa amenaza es un hecho y el mundo de los desempleados tiene una puerta grande de entrada y una pequeña de salida.

 

La huelga del 1º de mayo de 1886, que dio triste origen a la celebración, fue realizada por organizaciones de trabajadores que exigían la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Trabajo que se desarrollaba principalmente en fábricas, es decir en contextos específicos.

 

Hoy ¿cómo imaginamos que se podría producir una protesta equivalente? El desempleo es enorme y la inestabilidad laboral existe a pesar de las leyes. Una parte muy importante del mundo laboral, más del 50%, se encuentra en negro o directamente trabaja en las calles como cuentapropista. ¿Cuáles son las organizaciones que defienden los derechos de quienes están fuera del sistema formal? Los Derechos de los Trabajadores ¿cómo se empardan con los derechos de los desocupados?

Lo cierto es que lo que antes se le reclamaba a un empresario hoy, bajo el lema Papal de Tierra, Techo y Trabajo se le reclama a un Estado de Bienestar en retirada.

Esta sensación es la que me invadió este 1º de mayo. Acabamos de superar un gobierno que impulsó la precarización laboral y la planifica a futuro de dos maneras: modificando las leyes laborales y modificando las leyes del mercado, obligando a los trabajadores a competir con Vietnam o China. O destruyen tus derechos o destruyen tus empresas. Y vos en el medio.

El peronismo, hace 70 años, entendió el desafío que se venía, la amenaza, y puso al Trabajador en el centro de su reflexión, en la Comunidad Organizada. En el transcurso de estas décadas, demasiadas desviaciones y olvidos han ido desplazando el centro humano de la Doctrina hacia otros lados más ¿financieros? O tal vez hacia su cosificación.

Volvamos al peronismo. Rápido. ¡Feliz Día, TRABAJADOR!