Semana a semana nos sacuden las noticias en Salta. A veces uno quiere abstraerse, cansado ya de malas ondas de algunos y “chupamedismo” de otros, optamos por no mirar ni el teléfono. Pero claro, aislarse de las noticias quiere decir quedarse encerrado en la casa, porque apenas uno sale a comprar el pan, el que atiende, que siempre charla con vos, te recibe con un: “¿viste lo de la nenita wichí en Embarcación?”. Luego vas a la carnicería y el carnicero te cuenta que no le llegó la carne porque el camión “se manco, como caballo de calesita” refiriéndose con picardía criolla al nuevo emprendimiento saencista.
Es que, por lo menos a mí, me resulta difícil entender cuáles son las prioridades en esta amada provincia.
Pero, además, me parece que existen diferentes categorías de prioridades. No es lo mismo que la mortalidad de niños aumente en un 13% de un año al otro o que la desnutrición siga llevándose pequeños, a entretener a la familia de salteños. Sobre todo, cuando el argumento es que no te alcanza la plata.
Sobre la niñita wichi, una más, el argumento ahora es que Nación habría interrumpido la entrega de leche sumando el dinero en la AUH o a algún otro programa. El segundo argumento es que lo aportado por nación no alcanza para comprar la leche necesaria aquí, en el chaco salteño.
Pero quién está a cargo de la cosa es el servicio de salud de la provincia. ¿Cómo no saltó la alarma y nos hicimos cargo de la compra y entrega del alimento correspondiente? ¿Cómo se les escapó de las planillas la niña con bajo peso? ¿Cuáles son las prioridades?
El Hospital Ragone estalló por el estado de abandono en que se encuentra. Nos enteramos que el Ministerio de Salud estimaba que se necesitaban 78 millones de pesos en obras para recuperarlo. Sin embargo, se aprobaron poco más de 9 millones. Es decir que alguien eligió gastar dinero en otra cosa antes que en el Hospital. Son datos.
Otro dato que anda dando vueltas desde que el Diputado Zapata lo “denunció” es que sobraron 14 mil millones de pesos del año pasado, 2021. Repito: 14 mil millones de pesos.
Son datos de los medios.
Otro dato es que la calesita y el trencito para el Parque del Bicentenario costaron alrededor de 180 millones de pesos. Y estos sí se gastaron.
Gustavo Saenz prefiere gastar fondos públicos en una calesita con un caballo mancado, que en atender a las familias de los Pueblos Originarios, o en darle una internación digna a los pacientes del Ragone, o cumplir con la ley y brindar un ámbito de trabajo apropiado del mismo nosocomio.
A la luz de los datos, insisto con la pregunta: ¿Cuáles son las prioridades de este Gobierno provincial?