Creer que lo que pasó este fin de semana, corolario natural de meses de un proceso de degradación progresiva de la coalición gobernante, será el comienzo de un cambio, tiene visos de ingenuidad.

Lo esperamos con muchas ganas. Todos, sobre todo un pueblo fuertemente golpeado por la caída de sus ingresos, apretado en sus bolsillos y sus gargantas y esto en el marco de un gobierno que llegó con un discurso claro de ir contra esta degradación.

 

Pero también se entiende que el gobierno, por causas heredadas y generadas, está muy condicionado. Esto es lo que, racionalmente, pone paños fríos sobre las expectativas.

 

La intempestiva renuncia del Ministro de Economía ha sido un golpe para cierta mirada de la economía que andaba muy volcada a resolver los problemas de los grandes números financieros, antes de resolver la “mesa” de los argentinos.

 

Es que es claro que la jaula en que nos metió el macrismo, limitaba los márgenes de maniobra que disponía el peronismo para gobernar, pero, además, este se encargó de cerrar con llave la jaula y tirar la llave al río. El FMI opera de carcelero, acá y en Grecia, siempre. Ellos tienen una receta que no cambian ni con guerra ni con pandemia. Creer otra cosa es aún mucho más ingenuo que esperar una modificación de la realidad después de la llegada de Silvina Batakis al Ministerio.

 

Y sin embargo la nueva ministra va a tener que mostrar que tiene herramientas para salir de la jaula. A pesar del FMI. ¿Contra el FMI?

 

Los problemas de la Argentina no terminan con el FMI.

 

Nuestra Patria se encuentra atada hacia adentro con una serie de normas que se han venido hilvanando y atando firmemente desde el gobierno militar del ’76. Los cambios que comenzaron a tejerse entonces, sobre el sistema financiero, bancario, de intercambio comercial y sus normas, frenaron cada intento de salir adelante. Y con cada retorno de los neo liberales al poder, se ajustaron más los lazos que nos estaquean al suelo de la nación para sufrir en ella, en lugar de desplegarnos de una buena vez hacia la felicidad.

 

Cada una de estas normas y decisiones atentaron contra nuestra soberanía y no hay que ser Perón para darse cuenta que la Soberanía política es la clave para tener márgenes de maniobra en lo social y lo económico.

 

El salto cualitativo hacia adelante que tuvo nuestro país desde la post guerra hasta los setenta es un activo que nos ha permitido recuperar, ligeramente, nuestra autonomía económica en cada intermedio nacional y popular, pero desde entonces, se ha llevado al pueblo a un proceso de “expulsión-incorporación-expulsión” del sistema que da como resultado, hoy, a familias angustiadas, exhaustas, desanimadas. Un pueblo que miró, enojado hasta lo indecible, desilusionado, a una cúpula de gobierno que no estuvo a la altura de las circunstancias y a la vez consciente que habían elegido algo mejor que el liberalismo. ¿Y entonces?

 

La renuncia de Guzmán nos tiene que enseñar que la economía es una ciencia social y sobre todo política. Que lo que se enseña en las universidades no alcanza, tiene que tener barro en los zapatos.

 

La llegada de Silvina Batakis cambia la cosa, sí y solo sí, se terminan de una vez los devaneos por saber cuáles son los caminos para llegar al destino que el pueblo espera. Que se terminen las disputas de palacio y recién entonces veremos a Silvina sacar de su cartera la lima para cortar los barrotes de la jaula liberal. Recién con la concordia del Frente podremos renovar la esperanza.