Un lugar pequeño. Apenas una ciudad. Grande, sí, pero es solo una ciudad. Google dice 203 Km2. Tucumán provincia es 110 veces más grande, tiene 22.525 Km2 y Santa Cruz 1200 veces, casi 244.000 Km2. Es un espacio de nada. Así chiquito.
¿Cómo podemos concentrar en ese espacio tanta represión, tanto odio?
Cuando a una persona piden encerrarla por 12 años sin pruebas de delito, o a gente que canta y salta le tiran con gases, palos e insultos, o bueno, increíble, a unos hinchas de Defensores de Belgrano le secuestran una bandera que llevaron a la cancha, nos tenemos que preguntar que sucede en ese enclave.
Cuando además observamos que la represión tiene un sentido parejo, va siempre de un lado al otro, como una “cancha inclinada”, podemos decir, afirmar casi hasta el absoluto, sin dudar, que la represión esta sesgada. Siempre son los mismos los que reprimen a los mismos.
Tenemos además los rostros del orden. Esos que se plantaron frente a las cámaras en puestos determinados por una jefa de ceremoniales o de velorios, no me quedó claro, afirmando que había una persona en Recoleta que no era suficientemente recoleta. Esos rostros caracúlicos contrastan con la alegría de la calle, a pesar del enojo revulsivo por todas las represiones, las judiciales no jurídicas, las policiales patoteras, las mediáticas antiperiodísticas.
Que los policías insulten a los manifestantes y los busquen uno por uno, a Máximo, a Axel, a Susana González o Wado no parece mal, para los canas era una orden, para algunos periodistas es casi un detalle, para el intendente es una necesidad y para Bullrich una obligación.
El efecto derrame del neoliberalismo es ese, el derrame del odio.
Y las cúpulas represoras se desafían, desde una realidad distópica, una especie de Mad Max porteña, se desafían a ver quién es más odiador, quien es más represor, quien llega a la sangre.
Las vallas no vienen solas, no. Vienen con volquetes de piedras, era un combo organizado y enseñado en LA embajada y su Comando Sur.
Pero la fiesta continúa y el aguante permanece. Ya las banderas de Defensores fueron repintadas de nuevo. Defensores, que buena metáfora. Ya parte de la justicia comienza a rechazar la violencia de la injusticia planificada por algunos jueces y extraños. Ya los presidentes se solidarizan con quien está siendo reprimida y los organismos de Derechos Humanos recuerdan a quienes los apoyaron para poder avanzar. Ya tienen que retirar parte del dispositivo de represión, alguito.
Y la bronca continúa y el pueblo va a Juncal y Uruguay. Juncal, hace casi 200 años la batalla de Juncal significó el triunfo más resonante de la Flota Nacional, al mando del almirante Guillermo Brown, sobre la Escuadra Brasileña. El pueblo de la nación frente a los invasores. No sé, hay coincidencias en todos lados.