Cada 2 de diciembre se conmemora el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, conmemorando la fecha exacta en que la Asamblea General de la ONU celebró el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena (1949).

 

No obstante, aún hoy en día, modernas formas de esclavitud continúan su cruel avance. Si cerramos los ojos y queremos tener una imagen de la esclavitud en la antigüedad, probablemente nos venga a la memoria el recuerdo de tantas películas en las que se ve una galera romana con 200 remeros, azuzados al ritmo de tambores y azotados por un implacable negrero, látigo en mano. Si extrapolamos esa imagen a la actualidad nos encontraríamos con el menos difundido escenario del subterráneo mundo donde laboran miles de trabajadores en telemarketing, "call centers" o "data entry centers" (no tenemos palabras en castellano más ilustrativas). En un DEC (entrada de datos) podremos encontrar cientos de trabajadores que en un ritmo frenético tipean datos y números, datos y números, datos y datos, números, números, números y números. El negrero es una especie de "Gran Hermano", que a través de los monitores ordena (¿por eso en España a la PC la llamarán "ordenador"?) seguir en la monótona y repetitiva tarea de tipiar y tipiar (no le gusta a la Real Academia que digamos "tipear").

 

Esa imagen, con sus matices propios, la vemos replicada en varios en la agricultura y la industria textil, minera, de la construcción, alimentaria, etc.

 

La nueva esclavitud

 

Según las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo forzoso ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años. En 2021 había 10 millones más de personas en situación de esclavitud moderna que en 2016, lo que eleva el total a 50 millones en todo el mundo. Las mujeres y los niños siguen siendo desproporcionadamente los más vulnerables. Casi una de cada ocho personas sometidas a trabajos forzados son niños (3,3 millones)

 

La nueva esclavitud se da en casi todos los países del mundo y atraviesa líneas étnicas, culturales y religiosas. Más de la mitad (52%) de todos los trabajos forzados se encuentran en países de renta media-alta o alta.

 

La Oficina de Asuntos Laborales Estadounidenses (US-ILAB), elabora periódicamente un informe de bienes producidos con trabajo infantil o trabajo forzado en todo el mundo. A pesar de que gran parte del trabajo indigno se origina en economías emergentes, en la edición 2020 de este informe, se pone especial énfasis en la responsabilidad de las grandes compañías globales. Las fragmentadas cadenas globales de producción están dominadas por empresas multinacionales que, en su búsqueda de aminorar costes, toman decisiones alejadas de la ética, la seguridad y los estándares laborales de las que aplican en sus países de origen. Prácticas como la deslocalización de la producción (offshoring) o la subcontratación (outsourcing) permiten a estas empresas maximizar sus beneficios sin tener que asumir las consecuencias negativas de un modelo de negocio intensivo en la creación de trabajo indigno.

 

El chiste relacionado

 

Si fuera por lo dramático de los temas, sería muy difícil ponerles una nota de humor a nuestros comentarios. Pero bien dicen las legendarias "Selecciones del Reader": La risa es remedio infalible, aún con chistes malos como el que sigue:

 

En una galera romana, el jefe de los remeros se dirige a estos:

 

-Hola, esclavos, os traigo una noticia buena y otra mala, ¿cuál queréis primero?

-La buena, la buena, -responden a coro.

-La buena es que mañana vendrá el César a visitaros.

-Bravo, viva el César -vitorean todos-. ¿Y la mala?

-La mala es que vendrá a hacer esquí acuático.