Gustavo Sáenz es un estratega. Su objetivo era ganar nuevamente la gobernación y desarrolló una táctica que le permitió lograrlo.

Comenzó eliminando las PASO. La ventaja que obtuvo es que los presuntos opositores no lograban acordar y él tenía las riendas de su grupo político, sin discusión alguna. La prueba es que se presentaron doce candidaturas a gobernador, seis de las cuáles eran de izquierda. Les sacó dos meses de ventaja y el resultado quedó cantado. Lo expresé en mis columnas con anterioridad.

 

Consiguió algo imposible. Que Bettina y Emiliano, el agua y el aceite, aceptarán competir dentro de su espacio, aportándole votos. Con este logro el resultado solo podía ser Gustavo Gobernador.

 

En la Capital, el distrito con más votantes, logró la polarización por la intendencia, a punto tal que oscureció el protagonismo de la oposición. Y aún en el norte, paralizado reiteradamente por el problema del agua, y de las tarifas eléctricas, salió victorioso.

 

Ganó en toda Salta, aunque perdió intendencias importantes. El 47% de los votos válidos es elocuente, aunque disminuyó el apoyo popular en relación a la elección anterior.

 

Aumentaron los votos en blanco y la abstención.

 

Prometió acotar los mandatos de los políticos y lo cumplió, con la yapa digna de aplauso de no permitir la sucesión familiar en los altos cargos.

 

Gustavo maneja hoy ambas cámaras legislativas con mayoría propia. Puede modificar a su antojo la ley de presupuesto y logra de este modo tener una mano de lana y otra de plomo. A los del palo los acaricia con dinero, obras y servicios. Y a los díscolos, creo que no queda ninguno, les da con la de plomo.

 

En la Nación, los Decretos de Necesidad y Urgencia tienen límites. Por ejemplo, en materia penal y electoral. En Salta ninguno. Puede legislar sobre cualquier materia, con el agravante, de que nunca la Legislatura aprobó o desaprobó ningún DNU.

 

La Auditoría, refugio de amigos, no tiene representantes de la oposición, a pesar de que la Constitución así lo exige. Consecuentemente, ningún acto administrativo será ni siquiera analizado, salvo la rendición de cuentas anual, que nunca mereció ninguna objeción.

 

El gobernador controla el Jury de Enjuiciamiento y el Consejo de la Magistratura, queda minimizado pues puede elegir a cualquiera de la terna, no al primero que es el más idóneo, sin ninguna fundamentación.

 

El Gobernador nombra los jueces de Corte y no tenemos memoria de que el Senado se haya opuesto alguna vez a dichos nombramientos. El único caso que recuerdo es el de un Fiscal de Estado. En los actos de la Corte, quién realmente los preside es el Gobernador. Obsérvelos y me dará la razón.

 

Todo este poder, unido al encanto particular de Gustavo y su capacidad de trabajo, lo instituyen como dueño de Salta.

 

Pero, además. Gustavo es un hábil gestor de aportes nacionales para obras y servicios en Salta. Lo ha demostrado cuando era intendente y lo ratificó en la gobernación. Esta habilidad beneficia a los salteños.

 

La debilidad del gobernador es que gobierna con el día a día. Quedó demostrado en los hechos del norte por agua y energía y por huelgas cantadas.

 

El peronismo de origen, donde Gustavo militó desde joven, se caracterizó siempre por la planificación. Lo prueba los dos primeros planes quinquenales y el plan trienal del tercer mandato de Perón, cuyos objetivos se cumplieron totalmente. La planificación debe ser un imperativo para el gobierno.

 

No sabemos en qué medida la existencia de litio, minerales y tierras raras, fundamentales en este momento de la humanidad, beneficiará a los salteños. Con el 3% que paga por el litio, mediante declaraciones juradas, no hacemos bailar un mono, a pesar de que los recursos naturales son de propiedad y jurisdicción provinciales.

 

No existe información pública en Salta, salvo el Boletín Oficial.

 

Actualmente hay problemas con el personal de salud, de educación, con los municipales, con los judiciales. Ellos, y nosotros ignoran hasta donde pueden estirar la cuerda, pues no existe información. Pero si supiéramos cuánto gana la Justicia, el Poder Legislativo, el Ejecutivo y los distintos órganos auxiliares, entre otros REMSA y Aguas de Salta. Si conociéramos que el esfuerzo y eventualmente el sacrificio, no lo realizan solamente los estamentos no políticos, un acuerdo que nos garantice paz social, es posible.

 

El Poder está en manos de Gustavo. Pero existen herramientas de participación democrática, que permiten que el pueblo se exprese. Si lo hace, no solo será el gobernador sino el conductor.

 

Para ello debe consultar a la comunidad que sistema electoral prefiere: si cree en el voto electrónico; si son atinadas las listas colectoras que destruyen los partidos; si quiere una o dos cámaras legislativas.

 

Nuestros grandes líderes, mujeres y hombres, eligieron el bronce antes que el bolsillo.

 

Quiero creer que Gustavo elegirá el bronce.