La orden vino de arriba. Muy arriba. El jefe les mandó un mensajero, nunca en persona, y los conminó a que se pusieran de acuerdo. “¡Se sientan y arreglan ya!”
Ya hace más de un año Javier le preguntaba a Fantino si es que acaso quería ver los mensajes en los que le ofrecían los dólares para dolarizar.
Hablaba de 30 mil millones de dólares y esa cifra la manejan un puñado de personas en el mundo.
Cuando lo escuché pensé inmediatamente a cambio de qué podía ser tamaño ¿préstamo? Pensé en Fausto vendiendo su alma al Diablo por el amor de Gretchen (y otras menudencias apetecibles).
El Fausto de Goethe es considerada una de las piezas literarias cumbres europeas. En ella el autor enfrenta a Fausto con una serie de dilemas éticos que va resolviendo con la ayuda del Diablo. Por lo tanto, los va resolviendo mal. Gretchen cae seducida por Fausto quien “la posee” quedando embarazada. Su hermano, el de Gretchen, reta a duelo a Fausto y muere. Gretchen mata a su hijo ahogándolo por lo que es encarcelada y condenada por asesinato y después muere en brazos de Fausto.
Un dramón de aquellos. Y siempre el Maligno dando vueltas por allí.
Y entonces yo pensaba en este acuerdo con los grandes financistas globales, aquellos que ya tienen un porcentaje importante de nuestro sistema productivo bajo sus manos, y no puedo evitar pensar en todo lo que podría salir mal. Los muertos, desesperados, hambreados y otras yerbas que esta maniobra dolarizante podría acarrear y me agarro la cabeza.
La orden vino de arriba y en estos momentos junta a sus dos empleados favoritos, Javier Milei y Mauricio Macri. Ellos, los de arriba, tenían un plan y ya se estaban relamiendo, porque jugaban con dos caballos de comisario y de golpe uno salió de la contienda y el otro está vapuleado.
Claro, Fausto no contó con la colaboración de esa construcción social singular que se identifica con la Nación Argentina; El Peronismo en una de sus múltiples formas, una que se está definiendo en estos momentos.
Fausto era un sincero individualista. El investigaba para sí la transmutación del plomo en oro y esas cosas del medioevo y los alquimistas. Su laboratorio, aislado con su alumno, reflejaba esa soledad angustiante que ahora nos proponen desde la derecha como alternativa de vida.
Si hubiera conocido al peronismo hubiera podido concurrir a la universidad pública y especializarse en Química Inorgánica, hubiera acudido a la salud pública para curarse de ciertas obsesiones depresivas en el departamento de psicología del hospital, Gretchen podría haber concurrido a la salita para efectuar un IVE totalmente legal, su hermano no hubiera tenido que batirse a duelo y tal vez solo tendría que haber presentado una demanda por abandono de persona o algo por el estilo.
Pero claro, faltaba todavía un siglo para que su salvación peronista existiera y Fausto estaba en bolas.
Sin embargo, nosotros podemos anticipar en esas páginas lo que los acuerdos espurios con los malignos pueden ocasionar en el pueblo. Y EVITARLO.