Velo. Tela fina que se utiliza para cubrir los rostros. Voile, veil, schleir, hijab en diferentes idiomas. Siempre cubre algo, en general el rostro de la mujer, aunque también puede ser el del hombre, una obra maestra como un cuadro o el del mismo rostro de Dios.
El velo es a la vez ocultamiento y promesa. Eso que no se ve, como el rostro de la novia, pero que se espera sea bella y por lo tanto deja traslucir rasgos, líneas, trazos de una imagen mezcla de verdad con expectativas, con deseos, con sueños, con ilusiones.
El velo comenzó a caerse en las escalinatas del Congreso de la Nación, en esa obra teatral que pretendió ser grandiosa, aunque solo fue acompañada por un puñado de presidentes vecinos, del Rey de España, cancerbero de sus inversiones, un presidente de Ucrania en caída libre y luego sillas completadas por personal diplomático, todos muertos de calor. De grandiosa, la puesta en escena, nada.
Sin embargo, allí comenzó a correr el velo de su rostro. Los pagadores del “desastre heredado”, ya no sería más la “casta” empresarios prebendarios del estado, los planeros de las organizaciones sociales, los políticos corruptos y los funcionarios venales sino el Estado.
Algo de esto ya se estaba viendo cuando viajó a los EEUU a saludar a su guía espiritual en un avión privado pagado por un empresario que terminó siendo Embajador en esa gran nación. Posible dádiva. Como la del hotel donde residió durante casi 100 días y cuyo dueño se transformó en jefe de la Agencia de Bienes del Estado. Es decir que los inmuebles del estado ¡se los dieron a una inmobiliaria! ¿Sería otra dádiva bien remunerada?
Luego apareció Luis Caputo a golpear de lleno a los habitantes normales de esta nación.
Las 10 medidas que anunció fueron una mezcla de demagogia para la propia tropa y de golpe letal al bolsillo de los trabajadores.
La devaluación del 118% nos pegó a todos por igual, salvo a aquellos que cobran en dólares. Tu sueldo se dividió por 2. Allí no estaba la casta. La obra pública se suspendía y allí no estaba la casta. Se suspendió la pauta por un año, y ahí tampoco estaba la casta.
El velo se corría suavemente, la piel parecía rosada y tersa. La cabeza comenzaba a inclinarse hacia abajo para dejar entrever unos ojos claros.
Asoma el DNU y como buen amante de las referencias históricas y bíblicas, lo llamó Bases, parangonándose con Juan Bautista Alberdi. Y comienza pidiendo la suma del poder público. Recuerdo la escuela primaria, cuando estudiando la época de Juan Manuel de Rosas se mencionaba de cómo éste se había hecho otorgar la “Suma del Poder Público” y esta historia, absolutamente condicionada por Mitre, declaraba el acto como propio de una tiranía. Y ahora esto.
Ya había dudado cuando le preguntaron por la democracia en la televisión y ahora lo estaba reafirmando.
El velo continúa cayendo y muestra una nueva faceta (no fue la primera vez) la doble vara permanente. La nariz aguileña muestra su puente sobredimensionado sosteniendo en equilibrio inestable al velo.
Este DNU 70/2023 manifiesta el ánimo de ocupación del ámbito político que no ganó en las urnas. Es de hecho, un golpe institucional, arrogándose derechos que la Constitución Nacional no le otorga al Ejecutivo. Apoyándose en una crisis existente, empujada a niveles muy incómodos por sus propias medidas, propone la anulación en la práctica del Congreso de la Nación. De un plumazo deroga 30 leyes. Sin debate, sin explicación fuera de esas primeras 13 hojitas abarcando todos los temas de manera general y ambigua. Cada frase de lo expuesto allí devela hacia donde se dirige este Gobierno.
Cae el velo deslizándose por esa nariz hasta la verruga que lo retiene un momento. Los ojos claros centellan mientras las cejas se concentran en la continuación de esa nariz ya casi desnuda.
Llega el proyecto de Ley. Más que una Ley ómnibus hay que hablar de un tren fantasma.
Si el DNU da miedo, esta muestra, a las claras cosas que no podemos aceptar.
Se trata de una trampa jurídica administrada por los empresarios más importantes del país. Cada artículo tiene un propietario, un autor, un beneficiario. Bajo el discurso de las libertades, se esconde la eliminación de las protecciones a la población en general.
Cuando a cada atropello de los capitalistas se interpuso una regulación que los frenara, ahora esta pretende llevarnos a tiempos anteriores, cuando el Estado, con sus mil formas complicadas, intentó protegernos de los abusos. Esta Ley pretende volver a los abusos de los empresarios.
El velo terminó de caer. Nunca fue una lucha contra esa casta, nunca luchar contra la inflación. Nunca fue dolarizar el tema, aunque no les hubiera molestado si lo lograban y obtenían beneficios en el medio.
Yo incluso llegué a pensar que venían por las empresas del Estado, como YPF, ARSAT o el Fondo de Garantías de Sustentabilidad por las que vienen también. Pero vienen por mucho más. Vienen por la Argentina toda. Ya hablan de desmembrarla por regiones.
Hoy el 70% de las tierras de Ucrania pertenecen a fondos de inversión que controlan el comercio de granos. 70% son ajenos a los ucranianos. Ucranianos ¡afuera! Diría nuestro Zelinsky.
La Argentina es una nación orgullosa. A pesar de todos los recursos empeñados para denigrarnos lo somos. Batimos a los ingleses cuando eran la potencia monopólica global 3 veces. 3 veces, pero lograron que no lo festejemos. Los argentinos y argentinas, apenas contamos un poco de recursos desentrañamos los misterios del universo con pasión.
Inventamos nuevos caminos para curar enfermedades o abrir los corazones. Si fuera una cuestión de casos aislados sería pretensioso, pero averigüen como se desempeñan nuestros científicos en los laboratorios del mundo. O los artistas o lo que se les ocurra, cocineros, enfermeros, acróbatas.
Las argentinas y argentinos somos los mismos, como son siempre los mismos vendepatrias que desde 1810 entregan el oro de nuestras tierras por un “denario” y una palmada en la espalda. ¿O un borracho de Cancillería de Macri no entregó la explotación de las Malvinas?
La banda que copó el poder vino a robar, ROBARNOS TODO, no a cambiar la nación.
Ya el velo cayó, ya los podemos ver desnudos, con sus narices torvas, sus ojos claros entrecerrados, sus dientes lobunos y mirándote entre sus frondosas cejas oscuras, listos para dar la dentellada final.
Son lo que son, lo que siempre fueron. Toca defendernos.