Guerras por el petróleo no son nuevas. Acá nomás tuvimos la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay incentivada por las potencias petroleras entre el ’32 y el ’35 del siglo pasado. La guerra más grande y letal de América de ese siglo.

Hoy aparece nuevamente desde las entrañas de la tierra el petróleo como él elemento que explica en gran medida Venezuela.

 

A vos y a mí nos preocupa la democracia. Pero somos comunes mortales. Los Estados Unidos de Norteamérica tienen tratativas con los regímenes más sanguinarios sin sonrojarse. Organizan golpes de estado, la CIA aparece implicada en asesinatos, magnicidios y levantamientos “populares”. 

 

Sin embargo, acá se transforman en “aliados” de la democracia latinoamericana. Una democracia. De la otra no.

 

Sacar de la ecuación al petróleo, ese dios pagano que ha ocasionado guerras en Medio Oriente, Asia Central, Libia, incluso el Mar del Norte, con la voladura de los Nord Stream 1 y 2 en septiembre del 2022, que abastecía Alemania desde Rusia, es de una ingenuidad inaceptable.

 

Cuando ves lio en alguna parte tenemos la obligación de preguntarnos quien se beneficia. 

 

Al Oriente de Venezuela se encuentra el Esequibo, un espacio en disputa con la Guyana Inglesa. 

 

Un territorio abandonado por siglos, hasta que, como nuestros salares ahora, mostraron sus riquezas para los capitales explotadores de siempre.

 

Ahí el interés por debilitar cualquier administración que pudiera defender su titularidad, su soberanía, por encima de la codicia multinacional.

 

5200 km más al sur, en un lugar inhóspito también, se desarrolla otro conflicto, incentivado también por potencias extranjeras en una estrategia de aproximación indirecta que se apoya en la doble pinza Gobierno Nacional de Argentina y Gobierno Provincial de Río Negro, pinza que pretende apretar al Gobernador de Buenos Aires.

 

Igual que aquel, el petróleo es la razón. Aunque en este caso sea un derivado, el gas.

 

En el norte debilitar al gobierno de Maduro es una necesidad para acceder a riquezas inconmensurables. Riquezas que cambiarían el balance energético en todo el mundo.

 

En el sur, debilitar a Axel Kicillof es necesario para eliminar la resistencia nacional a la ocupación que Javier Milei está avalando, sino incentivando.

 

La entrega del territorio nacional al capital internacional, ya NO nacional, es el resultado de políticas de endeudamiento continuo de nuestra Nación. Políticas expresadas sin tapujos por la Generala en Jefe del Comando Sur. “Pá que sepás”

 

 

Empujaron a Bolivia y Paraguay a desangrarse y de ahí en más odiarse. Lo siguen haciendo.

 

¿Maduro no es trigo limpio?

 

Probable, pero los de enfrente, seguro.

 

El futuro de la región aparece negro, como el humo de las gomas quemadas en las redes, como el petróleo.