El denominado “mejor maestro del mundo” llegó a Salta y el Gobierno provincial puso a disposición toda su estructura estatal al servicio de una fundación para recibirlo.

El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de Salta y la Fundación Varkey fueron los anfitriones durante los dos días de visita.

 

La fundación Varkey tiene su domicilio en St. Albans House 57-59 Haymarket, London, Inglaterra. Y Peter Tabichi es un fraile franciscano y maestro en el colegio secundario Keriko, de Pwani, en Kenia.

 

Su esfuerzo y dedicación lo hicieron ganador de la última edición del Global Teacher Prize, que se entregó en el Global Education & Skills Forum realizado en Dubai, en marzo de este año.

 

“Yo no sabía nada. Primero fui elegido en mi zona, luego en mi país y al poco tiempo me llamaron para viajar a Dubai”, le dijo a los periodistas salteños.

 

Quizás sea porque Peter es profesor en la comunidad del Valle de Rift en donde convive con el hambre y la sequía. Donde el 95% de sus alumnos vive en la pobreza, el consumo de drogas, embarazos adolescentes, el abandono escolar y los suicidios, problemáticas diarias que lo llevaron a querer enseñar a los más vulnerables. Peter podría enseñar tranquilamente en cualquier puesto de Santa Victoria Este, o quizás en cualquiera de las dos bandas de Rivadavia.

 

La tarea de este maestro es destacable por donde se lo mire, pero hay en el aire algo que molesta y es esa tendencia de cuantificar y calificar los procesos educativos. Es la concepción meritocrática de la educación que se asienta sobre las lógicas de la construcción periódica de rankings. No es nueva. Emergió en los años 70 con el ánimo de medir todo, especialmente lo que el Estado invertía con sus acciones políticas.

 

Como en educación los procesos cognitivos, individuales y colectivos son muy complejos de cuantificar, metieron a todas las variables en la misma bolsa y se evaluó el rendimiento como quien mide la tasa de crecimiento de la construcción de viviendas, para dar un ejemplo. En consecuencia se puede medir todo y establecer quién es el mejor del mundo, así como si fuese un mundial de alguna disciplina deportiva.

 

Así llegó Peter a ponerse un poncho rojo y ayer fue ejemplo para los docentes salteños.

En el año 2017 se firmaron convenios y se desarrollaron acciones con las provincias de Jujuy, Mendoza, Corrientes y Salta. En cada provincia, cada acuerdo suscripto fue de unos 5,4 millones de dólares.

 

La iniciativa no fue aislada. Fue promovida por el entonces ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich.

En Salta, desde entonces, Varkey capacita a directivos de escuelas públicas de todos los niveles y modalidades mediante el Programa de Liderazgo e Innovación Educativa. Ya formó a más de 4.938 directores y docentes de 2.308 escuelas.

 

En un movimiento inversamente proporcional, el Ministerio de Educación comenzó a dejar fuera de funcionamientos proyectos de capacitaciones para docentes que estaban bajo su responsabilidad. En estos últimos tres años entregaron buena parte del ámbito de la capacitación docente a esa fundación y los equipos de formadores de formadores quedaron trabajando al mínimo de su capacidad instalada.

 

Los convenios con las fundaciones, empresas y ONG dieron pie a lo que se denomina como “privatización encubierta” de la educación. En Salta privatizaron gran parte de la capacitación para docentes y muchos especialistas afirman que se pierde la soberanía del conocimiento. Se instalaron las lógicas empresariales, de instituciones de producción privadas, de los gerentes, en donde la prioridad es establecer estándares de rendimiento. Cuando algo sale mal se pone énfasis en el rendimiento individual y todo se vuelve meritocrático.

 

Que se entienda bien. Esto no es nada nuevo; no es el cambio prometido. Es un regreso a las viejas intenciones de los 90 en donde se buscaban privatizar todos los “servicios públicos”, entre ellos la educación pública. Esta llamada “restauración conservadora en educación” es una nueva apertura de la educación pública a los negocios de las empresas y las fundaciones nacionales y extranjeras no solo para asesorar y capacitar a los ministerios de Educación, sino también para definir las políticas que a nivel internacional se manejan como tendencia única.

 

No es casualidad que en Salta se capaciten a los capacitadores en el edificio del Profesorado de Ciencias Sagradas Monseñor Roberto Tavella, en 20 de Febrero 770. Que los directores de las escuelas asistan a ese lugar a capacitarse especialmente en lo motivacional. “Nosotros trabajamos con los directivos desde lo emocional y en la elaboración de los propios proyectos institucionales”, dijo el año pasado la coordinadora en Salta de la fundación, Raquel Flores.

 

Las más contundentes críticas que enfrenta este modelo de terciarización de la educación es que se desmantela la esencia de lo público y la idea de educación como derecho social.

 

Otra es que la educación meritocrática hace énfasis en el rol del docente como técnico experto en metodologías y estrategias de enseñanza, en desmedro de su rol activo en lo social, de su tarea de promotor de la reflexión crítica y de defensor de lo público.

 

También critican que se limita la participación de las organizaciones gremiales y profesionales en el perfeccionamiento y en la capacitación.

 

Por último, este modelo que pretende “despolitizar” y “desideologizar” la educación no es más que otra ideología que pretende incidir en la educación pública, laica y gratuita.

 

Fuente y gentileza de El Tribuno de Salta (https://www.eltribuno.com)