Una de las temáticas más interesantes y menos conocidas de los recursos minerales de la América del Sur son las guaneras o covaderas de la costa del Océano Pacífico de Perú y Chile.

Las  guaneras  se formaron por la lenta acumulación de los excrementos de aves marinas. Las condiciones ambientales del desierto extremo produjeron el desecamiento del guano hasta convertirlo en una sustancia mineral fosilizada. Su importancia económica en la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, llevó desde su transporte en miles de barcos a Europa para salvar la agricultura y el hambre, hasta las apetencias que desataron una guerra que cambió el mapa geopolítico de Sudamérica. Esto y mucho más forman parte de la saga de unos simples excrementos de aves marinas y encierran una rica historia de fortunas, conflictos, migraciones humanas, poder, comercio y otras cuestiones que pretendemos revelar en este artículo.

 

Selvas y desiertos

Primero hay que situarse en la singular geología del edificio andino en su tramo de los Andes Centrales. Se trata de uno de los desiertos más áridos del mundo. Ello ocurre por la concurrencia causal de varios elementos geológicos, climáticos y oceanográficos. En primer lugar las lluvias de los vientos del anticiclón atlántico descargan su humedad en las montañas del oriente andino, especialmente en las Sierras Subandinas y Cordillera Oriental. Se forman allí regiones selváticas tropicales y bosques subtropicales con una variada flora y fauna de clima cálido y húmedo. Las precipitaciones alcanzan y hasta superan los 6.000 mm anuales. Ese gran volumen de aguas alimenta las cuencas hídricas del Amazonas y del Plata. Las precipitaciones van decreciendo paulatinamente desde el este hacia el oeste hasta llegar a la Puna con valores por debajo de los 100 mm y perderse los últimos vestigios de humedad antes de llegar al desierto de Atacama tras sortear la cadena volcánica de los Andes que se eleva a casi 7 km sobre el nivel del mar.

 

O sea que salvo el llamado "invierno boliviano", donde alguna humedad logra alcanzar el norte chileno en enero o febrero, en pleno verano austral, la barrera orográfica andina es un filtro efectivo al paso de las lluvias y convierte la región occidental en un "desierto a la sombra de las lluvias". Por otro lado la corriente oceánica fría de Humboldt que se desplaza desde la Antártida hacia el norte, pegada a la costa pacífica, no genera evaporación. La falta de evaporación impide la condensación y con ello las precipitaciones. Lo único que logra formarse es una niebla blanca, la camanchaca, que se estaciona sobre las serranías de la Cordillera de la Costa, que aporta una leve humedad a ciertos elementos de la flora y la fauna del tipo extremófilos.

 

Ebullición de vida

Las corrientes océanicas que bajan calientes desde el Ecuador y frías desde la Antártida se encuentran frente a la costa chileno-peruana y es allí donde se produce un "upwelling". Las aguas ricas en fauna ictícola se encuentran con corrientes planctónicas y generan una ebullición de vida marina. El fósforo de las aguas profundas alcanza los 90 microgramos por litro contra los 20 de las aguas superficiales. En esos afloramientos de aguas frías y calientes, pobres o ricas en fósforo, se desarrollan extensos cardúmenes de peces, donde dominan anchoas y sardinas.

 

En las islas costeras y en los acantilados de la costa moran millones de aves que se zambullen una y otra vez en el mar para devorar a los peces hasta saciarse y volver a sus islotes. Allí depositan sus excrementos que se van acumulando en capas que engrosan su espesor año tras año y así durante siglos y milenios. Al encontrarse en un desierto híper árido, con ausencia de precipitaciones, no existe el lavado que retornaría esas sustancias al mar. De esta manera, al menos durante el periodo Pleistoceno y en el último millón de años se han depositado en algunos lugares más de 30 m de espesor de guano.

 

Exportación y explotación

El guano es una sustancia orgánica fosfática de color blanco o amarillento que se oxida con el tiempo hasta tomar un color rojo. Por su elevado contenido en fósforo es uno de los mejores fertilizantes que se conocen. Y además ciento por ciento orgánico dada su procedencia. Los incas y otros pueblos del antiguo Perú ya conocían su valor como nutriente de las plantas. Por ello enviaron a protegerlo "so pena de muerte" como menciona el mestizo Garcilaso de la Vega. El propio Cieza de León realiza en 1553 un comentario impecable sobre el guano y su uso en los campos de maíz.

 

Pasaron varios siglos antes de que se tomara en cuenta su verdadero valor. En la década de 1850 comenzó una intensiva explotación de las covaderas para extraer el guano mineral y llevarlo hacia Europa donde los suelos exhaustos lo esperaban como una bendición. Grabados litográficos de la época muestran los trabajos en los acantilados de las islas y de la costa con cientos de embarcaciones esperando para transportar el codiciado fertilizante hacia ultramar. Uno de esos parajes era la isla de Chinchas en Perú. La mano de obra no se daba abasto con los nativos. Por ello comenzaron a llegar grandes contingentes de chinos coolies que fueron explotados en un régimen de cuasi esclavitud. Muchos de ellos morían en las pestilentes tareas de la explotación guanífera o se resbalaban hacia el mar en los acantilados donde trabajaban colgados de peligrosas sogas y escaleras.

 

Algunos fallecían y sus esqueletos resecos permanecían suspendidos y olvidados en los andamios que caían verticalmente al mar. Los sobrevivientes se radicaron en los pueblos de la costa pacífica en tareas varias.

 

Las chifas y el arroz chaufa son buenos ejemplos. Para aquellos tiempos, el litoral pacífico del tramo de los Andes Centrales estaba compartido por Perú, Bolivia y Chile.

 Empresarios chilenos comenzaron a avanzar hacia el norte firmando contratos con Bolivia para explotar el guano de la península de Mejillones. El hallazgo por parte del chileno Juan López de importantes depósitos de guano rojo fósil en Mejillones trajo una ida y vuelta entre las autoridades chilenas y bolivianas.

 

 A las guaneras se sumaban los extensos depósitos de nitratos que juntos conformaban el triángulo perfecto de los elementos químicos esenciales utilizados en los fertilizantes: los NPK, por nitrógeno, fósforo y potasio. La lucha por la posesión de esas riquezas desató la Guerra del Pacífico en 1879 con la pérdida del litoral oceánico para Bolivia y la anexión de territorios peruanos por parte de Chile. Ello cambió el mapa geopolítico de América del Sur. Los yacimientos de guano son hoy motivo de estudios históricos y sociales. Sin embargo durante los siglos XIX y XX fueron estudiados por sabios como Humboldt, Rivero de Ustariz, Raimondi, Domeyko, Pissis, Philippi, Ochsenius, Bruggen, Vila y Chong, entre muchos otros.

 

 El guano es una mezcla de excrementos, cáscaras de huevos, plumas y huesos de las aves marinas depositado durante miles de años en el desierto híper árido. Su interés científico moderno radica en que conserva la memoria del clima grabada en los isótopos de los elementos químicos. Los Andes Centrales constituyen una rica unidad metalogénica donde se destacan las provincias Nitratífera, Boratífera y Litífera a la que debe sumarse ahora la Guanífera. Las guaneras del Pacífico encierran la clave geológica de la historia variable del clima en la relación entre el océano y la atmósfera.