No pasaba mucho en esa calle. La policía al fondo con sus escudos, cascos, bastones largos, y armas de fuego.

De este lado un grupo de unos 10 o tal vez 15 manifestantes con sus banderas, refugiados detrás de un kiosko.

 

Allí en el medio de la calle, restos de algo prendidos fuego.

 

Me puedo imaginar su pensamiento.

 

Se agachó y miró a través de los restos imaginando una foto. Un marco retorcido, fuego y el Congreso al fondo. Imaginó la foto con las llamas a color y el congreso en blanco y negro, simbolizando lo que sucedía allí adentro, frente a lo que dolía acá afuera.

 

¿Gris y rojo tal vez?

 

Calculó la velocidad de obturación para que le de diferentes efectos. Mecánicamente, como esas cosas que haces como profesional.

 

Se agachó y enfocó.

 

Allá, vestido de azul y negro. Imaginó la trayectoria. El vuelo, el zumbido.

 

Se sacudió una basura que lo molestaba en las antiparras, inclinó su arma lo necesario, lo había hecho cien veces, mil veces. Imaginó el resultado. Lo esperó, lo planeó morbosamente.  Metió el dedo en el protector del gatillo y disparó.

 

En el aire, en un momento que será difícil de identificar, el proyectil y la imagen se encontraron en el camino. Inútil defensa del fotógrafo que solo absorbe la realidad para plasmarla, frente al agente que solo opera la realidad, para destruirla.

 

No te conozco hermano, pero Fuerza. Recuperate. Millones de argentinos te abrazamos para darte calor, energía, vida.

 

A Pablo Grillo, herido por las fuerzas represoras de Javier Milei.

 

Milei y Bullrich deberían ser llevados a los tribunales por matar y herir ciudadanos.