Hay quienes tienen alergia al trabajo y quienes sufren alergias en el trabajo. La primera es una patología exitosa en nuestro país, podríamos decir que para sus portadores el trabajo no está en sus planes. Nos ocuparemos de los segundos; los que trabajan o intentan hacerlo y experimentan diversos trastornos en el ámbito laboral.

La etimología de una palabra puede llevarnos a los más extraños y sorprendentes resultados. Es el caso de la palabra alergia. Su etimología coincidentemente hace alusión al trabajo: es una apócope del griego (allos = otro) y de (ergon = acción, trabajo), con el sufijo -ia, (acción, cualidad). Su semántica se refiere a una sobreexcitación biológica del cuerpo al encontrarse con alguna sustancia que es tolerable para la gente "normal".

 

La palabra alergia fue un invento: acuñada en 1906 en alemán (Allergie) por el pediatra inmunólogo y bacteriólogo vienés Clemens von Pirquet Cesenatico (1874-1912), con la colaboración del médico también pediatra de origen húngaro Béla Schick (1877-1967).

 

La palabra griega ergon (trabajo) es de raíz indoeuropea (-werg*) (de allí work en inglés, werk en alemán, etc.). Pero tiene parentescos y derivaciones sorprendentes: la palabra órgano también tiene esa raíz y en el antiguo griego significaba "instrumento de trabajo". De allí también la palabra orgía, la cual se refería al "trabajo" o especial energía o agitación de los ritos o ceremonias realizadas en honor al dios Baco. Otras palabras con la misma raíz indoeuropea incluyen: argón (inactivo, o sin trabajo), energía, y organizar (coordinar un trabajo).

 

La alergia es una enfermedad en la cual nuestro organismo confunde ciertas sustancias (alérgenos) creyendo que son nocivas para él y cuando entran en contacto con nuestro cuerpo, ya sea por contacto, ingesta o inhalación, generan una reacción adversa, que es la que nuestro cuerpo crea para defenderse. Los alérgenos pueden ser naturales o sintéticos, que son los más habituales, habiéndose identificado cerca de 3000 sustancias que pueden provocar esta reacción.

 

Las enfermedades alérgicas están entre las seis patologías más frecuentes según la OMS. En las últimas décadas, estas patologías se han convertido en uno de los principales problemas sanitarios de la mayoría de los países. Los factores ambientales, el estilo de vida y la alimentación, entre otros, están implicados en este preocupante incremento de las alergias. Según datos predictivos de la Organización Mundial de la Alergia, se estima que para el año 2050 la mitad de la población estará afectada; ya en la actualidad tenemos más de 400 millones de personas en todo el mundo que padecen algún tipo de enfermedad alérgica.

 

Se considera que las principales enfermedades alérgicas profesionales son el asma laboral, la rinitis ocupacional y las dermatitis por contacto, que tienen origen y causa en el lugar de trabajo.

El asma laboral es la obstrucción al flujo de aire por la exposición a polvo, vapores, gases o humos del entorno laboral, habiéndose detectado más de 300 agentes del mismo que pueden originarla.

 

La rinitis ocupacional es una enfermedad en la que la nariz se inflama a causa de las condiciones de trabajo. Sus síntomas son: estornudos, picor, secreción y obstrucción nasal. Existen más de 575.000 productos empleados en la industria que pueden ser nocivos para el tracto respiratorio, de los cuales más de 325 pueden originar esta dolencia o el asma laboral.

 

La dermatitis de contacto es la respuesta inflamatoria de la piel originada o favorecida por la presencia de agentes físicos, químicos o biológicos en el ámbito laboral, habiéndose identificado más de 250 sustancias que pueden originarla. El 40% de las enfermedades de origen laboral son enfermedades cutáneas y, de ellas, el 90% son dermatitis de contacto.

 

Las ART deberían ocuparse especialmente de este tema. NO lo hacen. También los empleadores y los sindicatos deberían informar y capacitar a los trabajadores ya que estas alergias pueden derivar en una incapacidad permanente. Las ART están obligadas a realizar exámenes periódicos y ellos pueden contribuir de forma decisiva a la localización de síntomas y signos precoces para detectar tempranamente la presencia de amenazas que deriven en una alergia, que más tarde puede ser irreversible.