A 40 años de Democracia, luego de todo lo que significo recuperarla, era de suponer que realizaríamos todos los esfuerzos para reforzar y fortalecer nuestras instituciones. Todo lo contrario, parecería que no aprendimos nada, en particular aquellos dirigentes que deberían, poner toda su experiencia y sapiencia para fortalecer cada uno de los institutos de la democracia y buscar la participación de todos los sectores, antes que encerrarse en proyectos personales y/o egoístas.

En Salta nos gobiernan sectores oligárquicos y conservadores hace más de 30 años y a pesar de concentrar poder en demasía, no se ha visto avances en dirección a lograr un estado fuerte y vigoroso capaz de transformar las desigualdades históricas y desarrollar verdaderamente nuestra provincia.

 

Esta minoría dominante que sigue, sosteniendo una educación narrativa, brindando servicios deficientes, anulando la participación, evitando el diálogo y comunicación entre los sectores de la comunidad, mostrando una falsa gratuidad; y dividiendo permanentemente a nuestro pueblo pretende, en razón de conservar sus privilegios, mantenernos pasivos, temerosos, ausentes, divididos y enajenados. Ha ido degradando las condiciones humanas, llevándolo a una condición indigna y miserable, típica de un régimen totalitario que solo segrega injusticias y engendra miserias.

 

El actual gobierno, reelecto por el voto electrónico, que tiene mayoría en ambas cámaras; una justicia obsecuente; gran cantidad de partiditos a su disposición; los gremios genuflexos, la prensa cooptada por la pauta, se caracteriza por tomar medidas cada vez más antipopulares que desprestigia el verdadero rol del estado y avasalla permanentemente derechos consagrados.

 

Situación que se agrava por la mediocridad de la dirigencia política, social, sindical y empresarial, degastado en sus propuestas y vacío en sus valores. La dirigencia política, en especial del campo popular, en vez de fortalecer un espacio común de participación hace todo lo contrario, colaborando de una manera u otra a la dispersión y atomización de los esfuerzos populares. La dirigencia gremial, prioriza su existencia cómoda llena de privilegios y prebendas, en vez de estar buscando la manera de resolver el flagelo de la desocupación, el hambre y la marginación y la perdida de los derechos logrados.

 

Frente a esta crisis de representatividad y a esta realidad que oprime y deshumaniza, el pueblo, ha dicho basta, y ha comenzado a tomar conciencia crítica, a pensar y analizar su realidad, y a buscar, a través del dialogo y la comunicación entre sectores que sufren la misma realidad, caminos de transformación y superación de los problemas que lo aquejan.

 

Hoy el pueblo está en la calle, reclamando y exigiendo, servicios públicos eficientes, salud, educación, condiciones de trabajo y salarios dignos; hermanados solidariamente, sectores de la educación, la salud, judiciales, municipales, estudiantes, obreros del campo y la ciudad y pueblo en general; se reconocen como hombres en lucha y afirman su participación en la transformación de esta realidad.

 

Estos actos de rebeldía son un verdadero llamado de atención y tomando en cuenta que el poder reside en el pueblo, seguramente se encontrará el camino para una resolución favorable de los conflictos en pugna y se reestablecerá la paz social y una nueva oportunidad para todos.

 

Además, siempre habrá esperanzas de mejorar y será nuestra juventud; cuyos impulsos son más generosos, más grandes y más desinteresados; a través de sus virtudes, los que seguramente encontraran el camino y la salida para lograr una provincia más justa y equitativa.

 

(*) Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.