Creo que nuestra comunicación es pésima. Estoy seguro de que no logramos transmitir lo que está en juego. La amenaza que se cierne sobre todos nosotros. O tal vez no logremos vencer en esa lucha de conceptos al volumen de mensajes homogéneos, pre digeridos por equipos de expertos en manipulación de las percepciones.

 

Esto sucede muchas veces cuándo te crees superior, sobrestimas tus dones, tus capacidades, la influencia de tus propuestas. El pecado de soberbia se paga. Crees que una plaza llena representa a un todo.

 

Tomemos el ejemplo de la discusión sobre los “modelos” de sociedad que se está planteando.

 

En el mundo contemporáneo, desde mediados del S.XX, modelo es el modelo del auto, o la modelo de moda, o el traje o vestido. Todos estos casos son “variantes sobre un mismo producto”. Los modelos mutan ligeramente de temporada a temporada, de año a año. Vienen a ser lo mismo pero actualizado según criterios comerciales, mínimos, según intereses.

 

En nuestro cerebro tenemos grabados esta idea, podemos usar el traje del año pasado, sirve igual pero no estaremos tan de moda. ¿A quién le importa?, decimos.

 

Entonces, hablar de modelos, después de casi un siglo de “seguir la moda” consumista es proponer cambios progresivos, paulatinos.

 

Pero cuando hablamos de política, ya no se trata solo de “modelos” de sociedad asociadas a “modelos” económicos. Ahora hablamos directamente de economías distintas y de sociedades diferentes.

 

Porque no estamos en esa disyuntiva. No es el “igual pero mejor” que escondió el “si contaba lo que iba a hacer no me votaba nadie” con el que el liberalismo mintió para llegar al poder en 2015 y 1989 respectivamente.

 

Las propuestas son antagónicas. Absolutamente. 

 

Una gran parte de la población aún no capta hasta que medida esto podría impactar sobre sus vidas. 

 

“Ayer nomás” (gracias Litto) nos subieron la luz y el gas 4000%, despidieron a miles de empleados del Estado perseguidos políticamente. Ayer nomás cerraron 20 mil PyMEs, endeudaron nuestros nietos para toda su vida. Y también, ayer nomás elegimos una propuesta que queríamos que fuera fuerte, consistente y solo llegó para ser un modelo nuevo de lo mismo. Mejor, seguro que mejor, pero insuficiente, seguro que insuficiente.

 

El Gobierno que pretendíamos con el FdT construiría otra sociedad y para ello necesitábamos otro Estado, más Justo, más Libre y más Solidario. Y para ello había que enfrentarse y poner mala cara a los poderosos y el único recurso con que se puede contar es el apoyo del pueblo. Había que ser fuerte ante la oposición durante la pandemia, ante los fugadores, los lavadores seriales, los endeudadores. Confiar en que el pueblo apoyaba. ¡Hasta la duda! Porque no dudaron Perón ni Néstor. Alberto no aprendió nada de su posición privilegiada de ayer y “como el escorpión, picó a la rana”.

La historia se recicla porque no logramos aprender de ella. “Veo un museo de grandes novedades” (gracias Cordera*) que se reiteran atrasando nuestro destino.

 

Comunicamos mal. No se trata de una alternativa entre modelos. La discusión es entre una sociedad justa y una distópica. Es entre la vida y la muerte. “Amor, se nos va la vida” (gracias Los Jaivas)

 

El futuro ya llegó, sino lean la Ley anti piquetes de Gustavo Sáenz, el Decreto de Morales y la Reforma Constitucional de Jujuy, escuchen a la Bullrich, Larreta o a Milei para entender que algunos enarbolan modelos esclavizantes, ¡sin tapujos ya! “Leen el evangelio según Hitler a la hora de almorzar” (Gracias Indio de nuevo) Solo hay que ponerle nombre al mal y no dejarse confundir. 

 

En realidad “El Tiempo no Para” es una composición del brasileño Cazuza