Es muy fácil hacer el vínculo. Relacionar los acontecimientos con un momento, algo que en el ambiente se va gestando. No es nada definitivo. Es como un camino que se inclina y tendés a irte hacia este lado o al otro. Podría ser la fuerza de la gravedad o la inercia en una curva, no sé, pero se siente en el ambiente que hay sectores de la sociedad que definitivamente han puesto el guiño a la derecha.

 

La derecha tampoco es algo definido. Ni las izquierdas ni las derechas son lo que eran antes. Nada lo es. La derecha, las derechas, son un rejunte de ideas que van desde el totalitarismo de mercado al liberalismo financiero o a la dictadura de las corporaciones.

 

Algo que las junta podría ser la alta concentración de poder económico y la justificación variopinta de su necesidad funcional.

 

En la Argentina esta derecha escapa a las explicaciones macro económicas y se traslada a las políticas e históricas.

 

Comenzamos por cuestionar las cifras, como si achicar el número de 30 mil redujera la responsabilidad en una suerte de regla del tres enfermiza.

 

Se justifica la posesión de tierras contra la legislación por parte de extranjeros porque son acaudalados. Se ignora el absoluto control de países extraños sobre los ríos Paraná y Paraguay.

 

El descontrol sobre la actividad minera, la extranjerización de las fuentes de energía y tantos otros recursos.

 

Se explica que a una vicepresidenta se la puede “atentar” sin que nadie se asombre y casi un año después sigamos, como sociedad en la nebulosa, la violencia máxima naturalizada como instrumento de acción política.

 

Que una constitución provincial sea modificada para facilitarle la actividad a las corporaciones multinacionales y se la vuelva a modificar con el solo pedido del Gobernador. Que se repriman a los pobladores a los que se les avisa que se les va a quitar la tierra. Se encarcelen a abogados por ejercer su profesión y se silencien radios locales o a periodistas y ahora nos enteramos que institutos privados instruyen sobre seguridad, en lugar de hacerlo el Estado, única manera de garantizar la formación ajustada a derecho.

 

En otras provincias también se prohíben los actos públicos con amenaza de prisión a quién lo haga fuera de cierto protocolo funesto.

 

“El que quiera ir armado que ande armado” y podemos recordar un sinnúmero de expresiones por el estilo.

 

En ese contexto, que una hamburguesería de Rafaela, Santa Fe, haga marketing con genocidas y sus víctimas es casi normal.  

 

La hamburguesa se llamaba Ana Frank (supongo que le cambiaron el nombre) es decir que te comés una Ana Frank, es decir que te identificas con el “comedor” un ocupante nazi de Amsterdam, Holanda.

 

La verdad es que esta sociedad no se está inclinando hacia la derecha, a esta altura es un verdadero derrape y si no paramos a esta derecha, es más que probable que seamos “una sociedad volcada”.