Pituco es un muy buen amigo. Uno de esos tipos de calidad humana que te encontrás en la vida.

 

Así que, cuando él me plantea un tema, sé que lo hace desde el afecto y honestamente.

 

Y ayer se sintió tocado con el mail. Justamente donde me percibo políticamente incorrecto.

 

Es que a los que militamos dentro del peronismo, (¿podemos dejar de hablar de kirchnerismo un poco? No por desprecio, sino porque creo que la lucha está en otro lado) digo que estos últimos diez años de militancia en el peronismo, empujando a Scioli a Alberto y a Massa, con todos los intermedios, todos elegidos por CFK, bueno, en algún momento nos tenemos que parar a pensar si este acuerdo tácito con la gran dirigente que es Cristina, debe al menos cuestionarse.

 

Porque gente, sapos suculentos nos morfamos.

 

Daniel se dio la mano con Javier y allá está, trabajando para el enemigo.

 

Sergio trabaja para el enemigo en un Fondo de Inversión, ¿un fondo buitre tal vez?

 

Alberto trabaja, por ahora parece que gratis, también para el enemigo, por los resultados que está logrando, es el más efectivo.

 

Pero es cierto que no supimos enfrentar sabiamente esa tendencia. No es responsabilidad de CFK, es del resto de una dirigencia que llamé desorientada, sin brújula. Cagada, ante el “bastón de mando” liberado.

 

Pero hay otra razón para cuestionarse un poco esta situación.

 

¿Cuándo dejamos de pelear por la defensa de la comunidad, del pueblo?

 

Escuchar que el Capitalismo es el sistema que mejor resuelve los problemas productivos no parece muy justicialista. Y se lo escuché decir, afirmar, confirmar a ella. ¿Y?

 

Esta afirmación tiene incluidos ciertos preconceptos. ¿Cuál es el objetivo del capitalismo? La maximización de las ganancias de las empresas/capital.

 

¿Y la familia, la comunidad?

 

La ecuación del capitalismo no incluye el bienestar general. La competitividad ajusta, por ejemplo, en el consumo energético, pero también en el “gasto” en salarios.

 

Seres humanos como un costo, como un tornillo.

 

Entonces, como justicialistas tenemos que pensar en una mirada más amplia, que incluya la dimensión humana. Aunque perdamos un poco de competitividad. Ya veremos cuáles son los límites a la competitividad aceptable.

 

El otro principio rector del capitalismo es que la actividad se desarrolla en el mercado.

 

Pero el mercado teórico, el del discurso dominante, no es el mercado perfecto de los libros. Lejos de ello, en todo el mundo los mercados han tendido a la especialización, la concentración, la reducción de la competencia, su cartelización de la competencia y si lo logran, al monopolio.

 

Los justicialistas entendemos que el Estado debe mediar para que el mercado sea más equitativo y todos tengan su espacio dentro de él.

 

Entonces afirmaciones como la anterior merecen, de parte de nuestra dirigencia, algún tipo de planteo. Y no sucede. Entonces repito lo de la brújula.

 

Si tienen miedo de confrontar con ella, y vuelvo a decir que es una dirigente “de la hostia” que respeto, agradezco y admiro en muchos sentidos, dejan de ser dirigentes, para ser meros seguidores. Acomodaticios seguidores en un espacio que reclama actores de primer nivel.

 

Al dejar de poner al trabajador, la familia, la comunidad y al pueblo en el centro de la escena, de la razón política, y cambiar a cada uno de ellos por un tipo de consumidor, articulador del capitalismo, no te quedó más remedio que convocar a dirigir ese modelo a los Danieles, los Sergios y los Albertos, que evidentemente, en ese “mercado”, llevan la delantera. Es el mundo de los enemigos.

 

El mercado es un instrumento que utilizamos para repartir las “cargas” dentro de la sociedad, para generar trabajo para todas y todos y no para multiplicar los abandonados. La sociedad es una sola, con sus facetas y estilos, sus orientaciones y clivajes, pero no es un consumidor. Cuando esto se pierde, lo lamento, tenemos que oponernos a la cosificación de la humanidad, aunque cueste.

 

Y me pareció que había que comenzar a plantearlo, porque los tiempos que vienen serán terribles.

 

Abrazo de gol, Pituco querido. Y gracias por tu amistad.