En una presentación anterior decía que existía un problema MACRO internacional cuya resolución requería de tiempo. Pero tiempo como parte de la solución, no para que corra la negociación, que no lo hay.

El Gobierno de Macri se ha comportado muy irresponsablemente contrayendo deudas que no solo fueron gigantescas, 60% del capital prestado del FMI por citar un solo ejemplo, sino que además las contrajo fijando plazos de reembolso ridículamente cortos. Era un muchacho optimista que aseguraba pagar 100 con un negocio que hasta ese momento venía aportando 15. Un irresponsable.

 

El próximo gobierno tendrá que hacer frente al pago de 156 000 millones de dólares durante su gestión, una parte de los 360 000 millones que se adeudan en total. Y no están.

 

Como la mayor parte de la nueva deuda ha sido contraída en dólares, será necesario obtener los fondos para su pago de las exportaciones. La primera condición para llegar a pagar esos montos es reprogramando ese pago en función de los ingresos posibles.

 

Nadie en su sano juicio hablaría de rechazar la deuda.

 

El otro objetivo será sin dudas mejorar las exportaciones, ya que son estas las que permitirán crecer y pagar, en ese orden. La producción nacional, la exportable y también la consumida “fronteras adentro”, requieren de insumos importados, lo que implica demanda de dólares para pagarlos. Es decir, no todo lo que se exporta es ingreso neto de divisas y además parte de las divisas se transforman en pesos.

 

Es decir, habrá competencia por los dólares en el mercado para: producir, atesorar y pagar deudas (dejemos de lado por un momento la remisión de utilidades de las empresas multinacionales). Como el Estado requiere de muchos dólares, su presión sobre el mercado de divisas se hará sentir, aumentando la tendencia alcista, a menos que la reprogramación de la deuda le dé tiempo al gobierno y a la industria para tomar impulso y esta maneje sus propios circuitos monetarios.

 

Estamos hablando entonces de un control real de los flujos monetarios internacionales por parte del Estado Nacional lo que, a mi entender, sería uno de los primeros tópicos de un próximo gobierno. Tiempo mínimo de permanencia para las inversiones financieras, plazos de liquidación de exportaciones muy acotados y deberá asegurar reembolsos de impuestos en tiempo y forma y facilidades de exportación que la impulsen significativamente son solo ejemplos posibles.

 

La negociación por la recuperación salarial implicará contemplar la necesidad de facilitar progresivamente la reactivación con exportación. Por parte de los empresarios significará rever la distribución de utilidades para que los trabajadores ingresen a un camino de bienestar imprescindible, sin amenazar la salud de la empresa. Serán tiempos de vacas flacas.

El compromiso con las nuevas fechas de pago de deuda, que las habrá, deberán ser mucho más racionales que las asumidas por el gobierno cambiemita si queremos volver a salarios relacionados con cierta calidad de vida.