Hoy, 24 de marzo, estamos conmemorando  44 años de aquel otro 24 de marzo pero de 1976. Hoy, nuevamente vamos a conmemorar el DÍA DE LA MEMORIA, POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA, pensando que no queremos dejar que el olvido ponga un manto de impunidad a lo que fue la política de exterminio más cruel de toda nuestra historia. Y a pesar de estar en una situación de excepcionalidad sanitaria por la pandemia del coronavirus, no vamos a perder la memoria viva de lo que pasamos hace 44 años.

 No me gustaría pensar que este 24 de marzo, vaya  ser un feriado más del calendario Al menos en lo atinente a la memoria, ya que de por sí, con la situación  de esta pandemia que nos golpea  a todos, no es ya un feriado.

 

A pesar de esta excepcionalidad de emergencia sanitaria, quiero que sea un día de profunda reflexión sobre nuestro pasado. Pero de una reflexión que nos lleva a repensar nuestro futuro, desde este mismo presente, difícil y traumático para todos los argentinos, sobre lo que nos dejó siete años de dictadura militar, donde unos pocos “iluminados” se creyeron dueños de la vida y muerte de todos los argentinos; y como tal obraron con total impunidad.

 

Hoy aún hay nostalgiosos que ven con buenos ojos y aprueban que el gobierno de Mauricio Macri, haya confeccionado una lista con los genocidas de entonces, juzgados y condenados por ellos, y gocen de los privilegios  de una detención domiciliaria. Privilegio que ellos mismo no dieron a esos obreros, estudiantes, madres y niños, despojados de sus derechos a la vida, por el solo hecho de pensar diferentes.

 

 Hoy quiero recordar y honrar la memoria de todos esos trabajadores que, de la mano del Movimiento Obrero Organizado, junto a los estudiantes, fueron blancos preferidos de la caza de brujas desde 1976 hasta que se reinstaló la democracia en 1983.

 

Y lo que hay que conocer, que el golpe del ’76, no fue otra cosa que la culminación de un movimiento orquestado por aquellos que querían “borrar”, literalmente hablando, a todos aquellos que tuvieran un pensamiento distinto a los objetivos perversos y antipatria de los cipayos al servicio de la oligarquía internacional.

 

 No podemos olvidar, a los miles de obreros y estudiantes que, día a día iban a formar parte de la larga lista de desaparecidos y muertos, con la excusa de ser “enemigos del Estado”. Muchos de nuestros familiares, amigos y vecinos fueron secuestrados, torturados y luego matados, por el sólo hecho de ser diferentes. Por el sólo hecho de soñar un  país más justo y más inclusivo. Por solamente no corresponder con las políticas de exterminación a que sometieron, los militares y civiles serviles a los intereses foráneos, al pueblo argentino.

 

 Por más que hayan pasado 44 años de aquel golpe artero a la dignidad de la patria y de los argentinos,  no debemos fomentar, porque no es bueno para nadie, el rencor y la intolerancia por ese pasado doloroso; por más que nos  cueste por tantos familiares, amigos  o compañeros que fueron víctima del genocidio de aquel entonces. Tenemos que renacer de nuestras propias miserias, armarnos de tolerancia y razonabilidad, para fortalecernos en los valores de las instituciones y libertades que nos da la democracia, que supimos conquistar, con la sangre derramada por nuestros compatriotas que soñaban una Argentina mejor para ellos y las generaciones futuras.

 

 El rencor y la intolerancia, no es una buena forma para construirnos un futuro. A pesar de dolernos, y nos da bronca ver como algunos se muestran como campeones de las libertades democráticas, cuando en el pasado no fueron más que hacedores y partícipes, ya sea por acción como por omisión en complicidad, de los horrores de la dictadura militar. Igual, si no es la justicia, la historia lo hará sabrá juzgarlos. De ahi la importancia de la memoria activa, para ningún argentino, ni presente ni futuro, se olvide de esta tragedia nacional impuesta por la dictadura cívico-militar.

 

Yo quiero que nuestros hijos, que no vivieron esa época- y que sólo saben lo que les cuentan sus mayores- reflexionen sincera y seriamente sobre lo que significó ese 24 de marzo de 1976. Que aprendan de nuestros errores; de nuestros desencuentros, y construyan una Argentina grande, con justicia e inclusión social para todos .Quiero que nuestros jóvenes y niños, no miren el pasado con miedo o desconfianza…, sino que lo miren con la objetividad de la lejanía, en el tiempo y el espacio,  para saber hacia dónde deben apuntar sus esfuerzos, pensando en el futuro. Eso es nuestra tarea en el presente.

 

Muchos argentinos fueron mártires por sus ideales, y espero que los que aún seguimos con vida, sepamos honrarlos como ellos vivieron y murieron: trabajando y convencidos de lo que querían en sus convicciones.

 

 Por todos ellos, por nosotros… por nuestros hijos y nietos… por  nuestro querido y amado país, ¡SALUD!!! MÁRTIRES DE NUESTRA LIBERTAD en lucha por la DEMOCRACIA INCLUSIVA