Una pregunta que anda dando vueltas en la dirigencia es ¿cómo será el día después de la pandemia?

No se trata de una pregunta cualquiera. Trump y Bolsonaro se plantearon un después cercano, una especie de “no después” y la realidad les explota en las manos. Peor le fue al Premier Británico que pensando lo mismo está en terapia intensiva y el inglés está a la buena de Dios. 

 

Todos los pronósticos hablan de un 2020 malo para la economía pero la pregunta de fondo es: ¿realmente se piensa que la causa es el coronavirus?

 

Desde hace varios años somos observadores de una lucha por el liderazgo global entre China y los EEUU con un invitado privilegiado que es la Rusia de Putin. Lo que se desarrolla en el mundo es la puja de la competitividad, competitividad entendida por quien fabrica y vende el mejor producto al más bajo costo.

 

La caída del comercio mundial es previa a la pandemia. La caída del precio del petróleo es consecuencia de la primera. La caída del precio del petróleo implica la caída de la economía estadounidense del petróleo, basada en el fracking, sistema de producción bastante más caro que el de los OPEP+Rusia. Podemos seguir.

 

La pandemia cabalga una crisis de base, es como un auto sin amortiguadores en un camino con calamina (serrucho para los del sur), ¡no sabés cual es el peor!

 

Argentina en este escenario no viene bien. La crisis neo liberal fundió al país en todas sus actividades productivas y comprometió el futuro con una deuda impagable, dijo el FMI. Y sobre llovido mojado, el mercado mundial está deprimido y sin posibilidad de recuperarse en breve. 

 

Esto plantea un escenario en dos fases: la financiera. La caída de los bonos, la bolsa y el valor de la deuda podría ofrecer una oportunidad para negociar con fuerza una quita importante de la deuda.

 

La productiva. El crecimiento de los próximos años se deberá apoyar en el mercado interno y “excavando” en el mundo por nichos de mercado muy específicos donde poder colocar nuestros productos. Pero será fundamentalmente el mercado interno. Esto quiere decir más trabajo local, mejor remunerado. 

 

Habrá que salir empujando desde muy abajo, pero pensemos que tenemos que lograr sobreponernos otra vez del liberalismo financiero. 

 

Argentina tiene un después, como en el tango.