Cuando la memoria se convierte en un cuadro mal colgado

Este martes 26 de julio, se cumplió el 70 aniversario del paso a la inmortalidad  de una mujer que, por su espíritu revolucionario y su lucha en favor de los más humildes de nuestro país, se constituyó en una de las figuras políticas más destacada de la historia de la Argentina.  Me estoy refiriendo a “Evita” Perón, que supo darle una impronta personal y revolucionario, al pensamiento del  General Perón, a quien acompañó fielmente hasta el último minuto de su corta vida.

 

Evita se caracterizó por demostrar su amor hacia los más humildes  y los trabajadores, no solo en las palabras, sino a través de acciones, que se fueron cristalizando a través de su Fundación en herramientas de trabajo, como las famosas máquinas de coser Singer, vestimentas para los niños pobres, colonia de vacaciones. Entre  muchas y trascendentes acciones que fueron dándoles dignidad a todos esos hombres y mujeres que eran considerados, por ese entonces, como los parias de una sociedad.

 

Evita, con esa tenacidad y decisión inquebrantable que la caracterizaba, a la por la entonces Sociedad de Beneficiencia (basada en la limosna y la caridad), integrada y regentada por las damas de la oligarquía, tuvo una la mirada de una verdadera JUSTICIA SOCIAL, que iba a revolucionar el verdadero sentido de la promoción del hombre, con dignidad.

 

Y más allá de luchar en defensa de los derechos de los trabajadores; porque ella creía en el valor sustancial para el desarrollo y crecimiento de nuestro país, fue como una madre que mimaba a los trabajadores; sus trabajadores como ella misma decía.

 

También se jugó por los derechos de la MUJER, comenzando por promover uno de los derechos fundamentales de nuestra democracia como lo fue, y hoy con pleno derecho, el VOTO DE LA MUJER.

 

Sin dudas que  Evita fue una mujer extraordinaria, que dio su vida por defender los  derechos, fundamentalmente de los niños. Y que supo dar ejemplo de militancia al renunciar, ante una plaza de Mayo repleta de trabajadores que le pedían que aceptara el cargo de vicepresidenta con el Gral. Perón.

 

Hoy día, en estos tiempos convulsionados, sin dudas que Evita es  un faro que nos puede guiar a todos los argentinos. Pero claro que hay que recuperar principios fundamentales de la militancia, decisión en luchar por el otro que sufre. Y no llenarse la boca de lindas frases evocando a Evita, cuando por otro lado la mirada y la cabeza de muchos seudorigentes o politiqueros, están contaminadas de egoísmo que solo miran la figura de esta GRAN MUJER LUCHADORA, según el ángulos de su ambiciones personales o sectoriales de privilegios. De ahí que hoy mirar la figura de Evita, para algunos es como mirar un cuadro mal colgado, cuando son ellos los que están mirando torcidos.