Una elección con muchos caciques y pocos indios

 

El sábado pasado cerraron los plazos para la presentación de listas  que competirán en las PASOS 2019 en octubre; y tener así un lugar en las elecciones generales del10 de noviembre para ocupar cualquiera de las categorías que están en juego: gobernador, intendentes, legisladores provinciales y municipales.

 

Y mirando bien la cantidad de listas que se presentaron; no queda otra que pensar que estamos frente a una clara atomización de la política, sin propuestas claras y fuera de todo marco partidario que contenga una doctrina o una ideología que determine un diseño de proyecto de provincia o municipio a ejecutar por todos  y cada uno de los candidatos que se presentan en esta elección.

 

Es muy saludable que la sociedad se politice cada vez más. Que haya una mayor participación en la política para que la misma sociedad, sea la que determine el rumbo que debe tomar un gobierno electo por ella misma… y que sea en función de mejorar la calidad de vida de todos los que habitamos esta provincia o el país.

 

Pero por el otro lado, nos preguntamos qué se puede esperar de un grupo de rejuntados que han demostrado que poco o nada les importa el bienestar y la calidad de vida de sus conciudadanos, sino tener un mayor acceso al poder, por el poder mismo, y a los beneficios y privilegios que pueda dar el ocupar tal o cual cargo.

 

En nombre de tal o  cual partido, hemos visto, en los últimos tiempos, que se han cometido tremendas barbaridades. Porque detrás de una agrupación política no hay la verdadera vocación de servicio, sino que, día a día, vemos que impera el interés y la ambición personal de los que aspiran a  un cargo para gozar de ciertos privilegios; tomando por asalto el estado (nacional, provincial o municipal), para “hacerse la América” y, en el mejor de los casos, tirar algunas migajas a los pobres ciudadanos que algunas vez supieron depositar sus esperanzas de vivir mejor, pero que cada día son más pobres y sin futuro, para ellos y sus hijos.

 

Resulta que ser candidato, así como lo estamos viendo ahora, habrá que cambiar el paradigma de la votación. En todo caso, ¿no sería mejor que en vez de votar los ciudadanos a sus candidatos, sean éstos los que voten a la gente? Porque en realidad, si miramos la cantidad de candidatos, quedaría mejor que los candidatos sean los que voten al pueblo que quieran para sí. Porque es tanta la confusión reinante, en estas elecciones, ante la gran cantidad y variedad de candidatos, que el pueblo se encuentra cada vez más confundido.

 

Hay muchos caiques y pocos indios. Todos estos caciques, que ayer estuvieron con una agrupación, hoy ya están con otra. Ayer apoyaron a un candidato a gobernador, o a una política de gobierno y hoy, por conveniencia personal más que por identificarse con los problemas de la gente y querer trabajar para solucionarlos.

 

¿Cuántos, de los miles de candidatos que se van a presentar en estas próximas PASO provinciales, realmente tienen idea, capacidad y vocación de servicio para trabajar por la gente? Da la impresión que para ser candidato, es comprarse una chapa que lo habilite a serlo; pero las condiciones éticas, morales, capacidades y vocación se servir a la gente no es lo importante. Es como si fuera una loca carrera marketingnera por querer tener (un cargo) sin ser el más apto para ejercerlo.

 

En los últimos tiempos tenemos hartos ejemplos de candidatos que llegaron a un cargo, pero tras un balance  de su gestión, lo único que pueden mostrar es una abultada  cuenta bancaria, incremento de su patrimonio personal y poca capacidad de servicio demostrada en su ejercicio, que beneficie a la comunidad.

 

Es bueno que  haya mayor participación en la construcción de los espacios institucionales que revitalice y mejore la democracia… pero también es cierto que poco de eso se está viendo. Al contrario, está saliendo a flote lo peor de la degradación o descomposición social que nos han llevados aquellos que dieron malos ejemplos en cuanto a honestidad, capacidad y verdadera vocación de servicio. Es como si lo peor de la crisis que afectan a la sociedad y a las instituciones de la Republica, salpicara de ansiedad de querer ser candidato para salvarse él y sus familiares… Tomar por asalto la caja del estado para, no sé si para enriquecerse, pero al menos para gozar de los privilegios que dan un lugar donde pueda ejercer el poder y salirse de “pobre”.

 

Y para llegar ahí, no importa cómo hacerlo…así vimos que hubo traiciones, no digamos a sus principios porque no creo que ya los tengan, pero si a un compromiso asumido con una idea, con otro compañero o con un proyecto. Ayer estaban a los besos y abrazos con fulano, y por conveniencias estrictamente  de intereses personales, hoy ya están del otro lado.

 

Pero eso sí, en su campaña van predicando los valores de la lealtad, la ética y asumen públicamente que van a ser leales a la voluntad popular.

 

Muchos candidatos y pocas ideas por estos lares, estamos viendo.

 

Y perdón si insisto en esto: demasiados candidatos para tan pocos cargos. Y la culpa, obviamente, está en la muerte en vida de los partidos políticos y sus conductores que no han formado dirigentes  dentro de sus espacios políticos para que vayan aprendiendo la carrera de la política como un aprendizaje que, siempre, debe ser en aras de trabajar por el bien común, y no por el propio.

 

Además me pregunto: ¿Si todos los cargos fueran ad honorem, habría la misma cantidad de candidatos para servir en un cargo?

 

Repito, muchos los caciques y muy pocos los indios (proporcionalmente hablando). Ellos prometen pero no preguntan cuáles son las demandas del votante. Entonces ahora los votantes tendremos que salir a buscar qué  candidatos nos ofrecen mejores garantías de cumplir con nosotros. Es como decir, ahora “el árbol busca mear al perro”