La geología urbana es uno de los campos que ha ganado mayor relevancia en los últimos años. Esto representa un enfoque relativamente nuevo ya que comenzó a independizarse como una disciplina propia en 1960. Precisamente fue en ese año en que el Dr. William J. Wayne brindó una conferencia liminar sobre el tema en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).

En 1987 Wayne vino a nuestra provincia para brindar una serie de charlas y conferencias en la Universidad Nacional de Salta relacionadas con el riesgo geológico y la geología urbana, disciplina esta última de la cual fue, como vimos, uno de los padres fundadores. En la actualidad los problemas geológicos urbanos se han convertido en una cuestión insoslayable de la sociedad en su conjunto.

 

Los ciudadanos y los gobiernos entienden que hay realidades que afectan al conjunto social como por ejemplo, las referentes al agua potable, el uso del suelo, los recursos minerales y los riesgos geológicos en sentido amplio. Basta cotejar el Informe para el Desarrollo Humano que publica anualmente el PNUD (las Naciones Unidas) o el "Estado del Mundo" también de publicación anual por parte del Worldwatch Institute para dar cuenta de este asunto.

 

En nuestro país la Asociación Geológica Argentina reunió a un grupo de especialistas para que prepararan una obra de síntesis sobre la problemática citadina y convocó como editores a los doctores Omar R. Lapido y Fernando X. Pereyra, quienes publicaron en 2010 un volumen sobre el tema titulado "Geología urbana y ordenamiento territorial" (RAGA, V. 66, N§ 4, Bs. As.). Los editores rescatan allí la figura del ingeniero Federico Macau Vilar, un ciudadano español que en 1963 publicó en la Revista de Obras Públicas de España un trabajo titulado "Urbanismo y Geología o Geología Urbana", donde en forma señera advierte sobre: "la influencia que la geología ha tenido y tiene en el aspecto y desarrollo de los pueblos y ciudades, la creciente importancia que adquieren los estudios geológicos del subsuelo de las grandes poblaciones y la necesidad de que éstos se prodiguen y divulguen para que lleguen al conocimiento de todos los interesados". Asimismo, Macau Vilar, llama muy acertadamente la atención "acerca de las ventajas de todo orden que reporta a la ciudad el conocimiento de su geología e indica cuantos futuros problemas podrían evitarse los municipios si los actuales planes de expansión y nuevas urbanizaciones se proyectasen y construyesen teniendo en cuenta las condiciones geológicas del terreno sobre el que van a apoyarse".

 

El problema de la urbanización

 

En julio del año 2015, el doctor Ricardo Mon de la Universidad Nacional de Tucumán dictó un curso de postgrado titulado "Geología Urbana".

 

Entre otros conceptos puede rescatarse que, tal como lo señala Mon, "la mayor parte de las ciudades fueron construidas inicialmente en las  áreas más apropiadas disponibles, pero a medida que fueron creciendo, avanzaron hacia terrenos menos favorables, próximos a ríos, áreas inundables o zonas con elevadas pendientes, donde aumentan los riesgos geológicos y se plantean serios problemas para la urbanización". Por ello sostiene que de manera errónea "la necesaria planificación urbana se hace frecuentemente teniendo sólo en cuenta aspectos climáticos y paisajísticos, ignorando los problemas geológicos y geotécnicos que frecuentemente son altamente condicionantes para la expansión urbana". Si bien las problemáticas señaladas son comunes a la mayoría de las ciudades en cuanto al suelo, agua, recursos y riesgos, cada urbanización tiene su propia singularidad. No es lo mismo construir en un valle que en una llanura, en un ambiente húmedo que en uno desértico, en una zona sísmica o en otra asísmica, en una región surcada por ríos y en otra con ausencia de vías fluviales.

 

La geología urbana salteña

 

Salta tiene su propia realidad como lo ha demostrado en su trabajo de tesis doctoral el doctor José Sastre, geólogo de la UNSa, especialista en suelos y geología urbana. La ciudad fue fundada por los españoles en 1582 en el Valle de Lerma, una fosa tectónica compresiva y asimétrica.

 

El valle es uno de los escalones formados por la orogenia andina dentro de la Cordillera Oriental, flanqueado por los peldaños tectónicos del Valle Calchaquí a occidente y el Valle de Siancas al oriente. En su origen la ciudad estaba formada por unas pocas manzanas y un centenar de vecinos. En los últimos cuatro siglos la población superó el medio millón de habitantes y la ciudad se expandió hacia los cuatro puntos cardinales.

 

En este crecimiento geométrico fueron cerrados o tapados los famosos tagaretes que hacían a la red fluvial original.

 

Se desviaron cauces, se desecaron lagunas, se construyó en altura, se avanzó sobre las laderas de las serranías, se eliminó la cubierta vegetal original, se hicieron cientos de pozos para explotar las aguas subterráneas, se eliminaron suelos valiosos para cultivos, se explotaron recursos del suelo y el subsuelo para la construcción (arcillas para ladrillos, calizas para cal, áridos, lajas), entre otros múltiples asuntos. Los pozos negros o ciegos contaminaron a los acuíferos superficiales. La ubicación de basurales o vertederos fue cambiando con el tiempo y muchas urbanizaciones crecieron sobre esos antiguos depósitos de residuos. La generación de basura al igual que el manejo de las aguas servidas ha creado problemas serios en todas las ciudades.

 

Se da el caso de pueblos que tienen los basurales aguas arriba de sus ubicaciones con lo cual reciben todos los efluvios lixiviados que provienen de esa acumulación de residuos sólidos urbanos. Las casas y el pavimento impiden la infiltración normal del agua y además cambian el albedo o superficie de reflexión natural por otra distinta. Esto hace que las radiaciones solares  tengan un efecto de horno sobre las ciudades, especialmente aquellas carentes de arbolado.

 

Salta está categorizada como zona sísmica 3, penúltima en peligrosidad después de San Juan y Mendoza. De allí la importancia en el sentido de que las construcciones respeten las normas específicas. Todos estos temas, aquí muy sintetizados, forman parte del amplio campo moderno de la geología urbana y ambiental.

 

Sirvan los anteriores comentarios para rescatar una advertencia de John T. McGill, quién en 1964, escribió un artículo pionero que fuera publicado en Washington por el Servicio Geológico de los Estados Unidos al que titulara “Creciente importancia de la Geología Urbana”, y en donde señalaba que:

 

Este es un momento de oportunidad, pero también un tiempo para la responsabilidad. Tenemos la obligación como científicos, como educadores y como buenos ciudadanos en cerciorarnos de que los beneficios de la información geológica sean ejercidos tan amplia y completamente como sea posible en la solución de los problemas del crecimiento urbano”.

 

Una reflexión que a la larga resultó premonitoria. Rescatamos aquí los nombres de William J. Wayne, John T. McGill y Federico Macau Vilar como los padres fundadores de una disciplina que comenzó siendo la cenicienta de las ciencias geológicas y que se impuso como una rama fundamental del conocimiento urbano y ambiental moderno