Hacia donde apunta la estrella de Belén

Ya estamos viviendo un clima de navidad y año nuevo.

 

 Y por esta época siempre hacemos un balance y, de acuerdo a ello, vamos aspirando a que el nuevo año que está a las puertas de comenzar, sea mucho mejor...o al menos no peor que el que se va.

 

Si vamos a la realidad, debemos decir que, para la gran mayoría de los salteños, este 2021 no ha sido ni siquiera bueno, sino apenas regular. Y no pongamos como excusa la pandemia del COVID 19, porque la marginalidad, la pobreza y el hambre de miles de comprovincianos, no es culpa de esta pandemia, sino de otra más profunda y desidiosa. Es la indiferencia que se tuvo, históricamente, con políticas exclusivas, discriminatorias y de poco o nada de sentido y responsabilidad social solidaria, en una provincia tan rica en sus potencialidades, que vergüenzas nos da decir que somos una de las provincias más pobre del país.

 

Y la paradoja de esta realidad es que somos una de las provincias  donde existen más privilegios, para una clase social minoritaria, que se hace rica con la pobreza de esos muchos.

 

Políticos y empresarios ricos (muy ricos diría) y un pueblo que, en muchos casos, esta sin trabajo; o si lo tiene está bajo un régimen de explotación, casi de esclavos, como en la época de la colonia.

 

Parece que Dios, con su mensaje de amor, no es suficiente estímulo para que los dueños del poder  comiencen a dar lo que pertenece al pueblo, y no las migajas que sobran en sus mesas de opulencia vergonzante.