El domingo 12 de junio de 2022 falleció en Buenos Aires uno de los grandes artífices de la minería argentina. Jorge A. Fillol Casas ocupó altos cargos en la actividad y fue presidente por cuatro períodos de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) de la cual fue uno de sus fundadores. Fue además el impulsor de Arminera, una feria que se realiza periódicamente en el predio de Costa Salguero en la ciudad de Buenos Aires y que reúne a empresarios de todos los sectores de la actividad minera.
Los medios del sector reflejaron su dolor por la desaparición física de quien fuera uno de los grandes impulsores de la industria minera en todas sus etapas habiendo sido testigo presencial y protagonista de los cambios paradigmáticos que se dieron entre la vieja y la nueva minería.
Desde la vieja minería artesanal a una nueva minería tecnológica, insertada en la comunidad y respetuosa del medio ambiente, sobre la que él bregó.
Una escuela de minería
Resulta interesante destacar que gran parte de su carrera minera la desarrolló en Salta desde mediados de la década de 1960. Eran los años en que se operaba la apertura de la mina Tincalayu, un yacimiento de bórax en la península homónima del salar del Hombre Muerto. Yacimiento que pertenecía a la vieja empresa Boroquímica Samicaf de gran inserción en la Puna y en el pueblo de Campo Quijano donde estaban, y aún están, sus plantas de procesamiento de mineral. Fillol Casas era entonces un joven ingeniero, de baja estatura, pero de gran personalidad. Fue él quien trazó el camino que cruza el cordón del Gallego y va a la mina Tincalayu. Ese camino secundario minero atraviesa la sierra en zigzag y se lo conoce informalmente como la "Cuesta de Napoleón". Precisamente ese era el apodo que tenía el ingeniero Fillol Casas en aquellos años y así fue bautizado dicho tramo del camino minero.
Lo conocí en 1980 cuando él dirigía los destinos de Boroquímica Samicaf y me tocó trabajar como geólogo recién egresado de la Universidad Nacional de Salta. Boroquímica era entonces una verdadera escuela de minería donde se llevaban a cabo todas las etapas mineras y que iban desde la prospección de nuevos depósitos minerales, la exploración en los yacimientos ya descubiertos, la explotación de las minas que poseía la compañía tanto de boratos fósiles y secos en cerros y de boratos húmedos en salares, la concentración del mineral en las "canchas minas", el beneficio para obtener los productos refinados y finalmente la comercialización.
Una empresa que tenía muy en claro los objetivos en lo social y ambiental y que además tenía la particularidad de cubrir todos los eslabones de la cadena de valor esto es desde el mineral crudo de la mina hasta el producto final puesto en los mercados internacionales, principalmente Brasil.
Entre esos productos destacaban el bórax decahidratado, el bórax pentahidratado, el bórax anhidro, hidroboracita, colemanita y ulexita. Años después se instaló la fábrica de ácido bórico en Campo Quijano que opera en gran parte tratando colas de minerales y convirtiendo pasivos ambientales en activos.
Mina Tincalayu llegó a ser un pueblo minero de 500 habitantes, con familias viviendo allí, con escuela, centro de salud, destacamento policial y todos los servicios para una buena calidad de vida de sus habitantes. Todo era celosamente observado por el ingeniero Fillol Casas desde Buenos Aires y por el ingeniero Ramiro Cornejo Torino, el geólogo Mario Raskovsky, el contador Alberto Trunzo y otros directivos desde Campo Quijano.
Fillol visitaba la Puna varias veces por año y no se desatendía de ninguno de los temas mineros. Estuve a cargo unos pocos meses del área de mina como jefe de sección y más tarde se me confió la jefatura del departamento exploración donde permanecí desde 1980 a 1984.
Como dije tuve la suerte de trabajar bajo las órdenes de Fillol Casas y ver su enorme capacidad de gestión que desarrollaba gracias a su equipo de entonces, entre otros el Ing. Cornejo Torino y en la Puna los jefes de departamentos Juan A. Meregaglia, Raúl Gutiérrez, Arnaldo Cruz y Roger Valverde, entre otros.
También vale recordar aquí el impecable trabajo que realizaba en Salta el abogado de la empresa, el Dr. Agustín Pérez Alsina, uno de los decanos en derecho minero del país.
Mi trabajo entonces era ubicar áreas de interés geológico y el Dr. Pérez Alsina realizaba los trámites mineros oficiales para la concesión de las minas o cateos donde luego procedíamos a perforar con el equipo del departamento exploración. Se recibía a becarios de varias universidades argentinas, especialmente de Tucumán y La Plata, que formaban parte de los equipos de trabajo. La empresa era una escuela minera en sí misma. Con un largo y sostenido aporte desde y hacia las comunidades de Salar de Pocitos, Santa Rosa de los Pastos Grandes, Olacapato, San Antonio de los Cobres, Susques, entre otras.
La despedida a un artífice
Fillol Casas pasó los últimos años dedicado a dos de sus pasiones que eran las embarcaciones donde lo apodaban “El Almirante” y los autos como directivo del ACA.
Pero jamás se desatendió de la actividad minera a la que seguía como un notable consejero. Es así que se lo veía siempre en los foros mineros de Buenos Aires que organizaban Panorama Minero, Mining Press, AOMA, Arminera u otros actores del mundo de la minería. Al respecto, Panorama Minero lo despidió diciendo: “El fallecimiento de Jorge Fillol Casas representa la partida de uno de los grandes luchadores de la industria minera de Argentina”. Y destacó: “El legado de Fillol Casas es el de una persona que siempre estuvo segura de sus convicciones, admirado por propios y también por ajenos”. Lo recordó al lado de figuras trascendentales de la industria minera argentina como Manuel Abichaín, Jorge Cuomo, Miguel Aclan y Jorge P. Jones.
Daniel Bosque, director de Mining Press, lo recordó con un pensamiento sobre la importante tarea de informar y la frase de Fillol Casas cuando decía: “La mayoría de los argentinos, incluidas nuestras autoridades, no saben de las incomparables oportunidades de desarrollo y bienestar que les puede brindar la minería. Esa es una asignatura pendiente que tenemos en la actividad para cumplir con nuestro destino de Gran Nación Minera”. Paula Andrich del Pregón Minero recordó a su padre José Luis Andrich en una entrevista que le hiciera a Fillol Casas.
Lo despidió como “artífice fundamental de la minería argentina”. Once Diario se refirió a él como un “gran impulsor de la industria minera, un visionario de lo que se venía en el sector”.
La CAEM como “destacado pilar del desarrollo minero nacional”. Estas y otras expresiones se fueron conociendo en los ámbitos en que Fillol Casas había transitado.
Dimensión social
En 2004 publiqué mi libro “Minería y medio ambiente” en la Cámara de la Minería de Salta como resultas de una invitación que oportunamente me había realizado Fillol Casas en el marco de las disertaciones en Arminera. Le pedí que me hiciera el honor de prologarlo a lo cual accedió gustoso en su rol de presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros.
Rescato aquí algunos de los pensamientos de Fillol Casas extraídos de ese prólogo. Por ejemplo: “Esa misma experiencia me permite acompañarlo y afirmar junto a él, que la dimensión social que ha alcanzado el sector minero centra el desarrollo en el ser humano, objetivo que incluye el postulado de un crecimiento basado en una administración concienzuda y razonable de los recursos naturales. Dicho crecimiento, no puede obviar la participación de todos aquellos involucrados, procurando eliminar la pobreza y respetando el derecho de las generaciones presentes y futuras a gozar de dignidad y mejor calidad de vida”. Y también: “Es necesario que todos en alguna medida ejercitemos nuestros mejores esfuerzos, dado que, si bien se habla mucho de desarrollo sustentable, ello no puede implicar jamás el no uso de los recursos no renovables, sino que se debe poner especial énfasis en la eficiencia de su extracción cuanto en la utilización industrial o en el desarrollo de sustitutos para la eventualidad de su escasez”.
En otro párrafo señala: “Asimismo es muy importante la participación del gobierno con políticas que alienten la actividad minera como medio que tienen aquellas comunidades menos desarrolladas por circunstancias de alejamiento de los principales centros poblados, para poder avanzar sensiblemente en la escala de crecimiento económico que permita a sus habitantes un mejor nivel de vida”.
Y además: “Si bien es conocido que una mina tiene para 20 años de reservas minerales, también es cierto que el carácter sustentable de la actividad y el ánimo investigativo de los hombres de ciencia permitirán seguramente que durante esos 20 años se proyecten otros 20 más, si bien porque la investigación geológica ha descubierto más reservas o porque los avances en la tecnología hacen posible seguir trabajando una mina cuya explotación antes no era económicamente viable”.
Hoy que la minería es una realidad pujante en Salta, su ejemplo de vida, su obra y sus palabras nos iluminan.