Hace mucho que las geólogas rompieron el “techo de cristal”, con protagonismo en un área que parecía reservada a los varones.

El debate que acaece con relación a la reestructuración de la deuda con el FMI está centrado, hasta ahora, en los aspectos económicos de las soluciones a adoptarse, aunque parece conveniente atender a principios constitucionales y legales que rigen la materia, que conducen a la necesaria y principal intervención del Congreso de la Nación.

Frena el caballo en el promontorio, al borde del precipicio y observa el valle. Cebiles, espinillos, algarrobos se entreveran y cruzan sus brazos para que nadie pase. De repente uno, dos y más tirando sus caballos, van apareciendo entre las ramas con destreza milenaria, llegando a donde está el centauro y lo rodean. Miran sus gestos sin emitir un sonido, intensos sin tensión. Respiran y recuperan su aliento. Tomarían agua si la hubiera, habrá que aguantar.

Comienzo la columna presentándome, pues así me lo pidieron. El tema propuesto era elegir el acontecimiento más importante del 2021. Y he escogido la reforma de la Constitución, que es un paso adelante, pero que requería un gran salto. La voluntad de los convencionales de buscar consensos es lo más importante, pues representaban intereses políticos contrapuestos. Nuestra Constitución es poco republicana, pues aún con las reformas, se mantiene las excesivas facultades de la Corte de Justicia y del Gobernador. Pero la búsqueda de consensos de los constituyentes, nos da la esperanza de que somos capaces de escuchar al otro, y articular grandes acuerdos, para que Salta deje de ser la vergüenza del país, por sus indicadores socio-económicos y por el índice de femicidios. No soy poseedor de la verdad, pero creo que con estas columnas ayudo en su búsqueda. La verdad no es unipersonal. Es compartida. Y para encontrarle debemos ser más participativos, asintiendo, discrepando o proponiendo alternativas.

Buen fin de año y mucho esfuerzo y resiliencia para encarar el próximo año.

Estimados lectores, nos han acompañado cada semana, con comentarios que fortalecen la idea de que tenemos un debate abierto en esta Salta querida, debate que nos tiene que sacar mejores, o al menos “NO peores”, si este concepto existe. Así llegamos al final de un año complicado. Y se abre un 2022 sobre el que tenemos volcadas grandes expectativas.

Cuesta admitirlo, pero, aunque la Fundeu y la Real Academia insistan en el uso de palabras del castellano cuando pueden reemplazar las de origen extranjero, muchas veces resulta difícil. Es el caso de la expresión “grossign up” que resulta perfectamente reconocible en los ámbitos empresarios, contables y legales donde requiere ser utilizada. Su traducción más habitual como “acrecentamiento de la renta” carece de la precisión requerida. Por ello vamos directamente a explicar en qué consiste el “grossing up”.

Existen conceptos que deben ser revolucionarios o quedarse en casa. No salir nunca del tintero, no transformarse en bits en un mensaje. Obviar la imagen presuntuosa del marketing político.

Dos noticias recientes me llamaron la atención.

Parece mentira, pero uno de los temas de mayor relevancia en el acontecer diario de la relación empresa-trabajador, como es el referido a las inasistencias, no tiene ninguna regulación expresa en la legislación laboral, ni tampoco ha merecido mayor atención por parte de la doctrina y la jurisprudencia. Dejamos a salvo la abundante jurisprudencia que se ocupa de las inasistencias del trabajador como causal de despido. Pero hay aspectos cotidianos que se presentan en el ámbito laboral que trataremos de dilucidar en los párrafos que siguen.

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