Días atrás escribía sobre la necesidad que tenía el Gobierno de Fernández de crear una pausa de seis meses para tener un escenario claro en el frente externo, la situación de la deuda, para poder desarrollar un programa de crecimiento radicalmente distinto al de CAMBIEMOS, ayudado por el Estado y no librado a la mano invisible del mercado (¡Cuánta sanata la de la mano invisible!)

La epidemia nacional por el COVID-19 recién comienza, así que pretender sacar conclusiones de algún tipo parece algo prematuro. Algunos comenzaron ya a decir que el Gobierno lo enfrentaba mal, pero al poco tiempo se le reconoce al Presidente un alto nivel de capacidad de gestión. Y tal vez esta opinión también sea anticipada y luego las miradas cambien. Así como es dinámica la actividad del virus, también lo es la capacidad de atender el problema o de reaccionar a los cambios que nos va a ofrecer este microorganismo.

Desaparecida  la euforia  clásica luego de las elecciones en el mes de Diciembre de  2019, y cuando cesaron los pregones clásicos tales como el triunfo de la democracia, la madurez de la clase política, el escrutinio ejemplar y otras tantos desvaríos, el pueblo que despertó de la somnolencia electoral y las autoridades proclamadas, enfrentaron nuevamente la realidad.

Cuando el Presidente Alberto Fernández brindó su discurso el último domingo se encargó muy bien de reiterar que lleva solo 81 días en el Gobierno.

Todo hierve. El sol casi vertical transcurre en su punto más cercano a la tierra justo sobre Santa Victoria Este. La falta de cobertura boscosa tampoco ayuda. El suelo se resquebraja o se descompone en pequeñas partículas tan pequeñas que quedan flotando en el aire por minutos y todo lo contaminan, lo tapan. Los dientes rechinan como con arena y la ropa comienza a acumular polvillo en cada costura.

Cada país se enorgullece de sus Padres Fundadores, de sus Padres de la Patria. Los hay guerreros, estadistas, políticos, legisladores y un amplio abanico de líderes que la historia y la memoria conservan en billetes, monedas, estampillas, estatuas, monumentos, nombres de calles, avenidas, ciudades y hasta países.

Desde la más remota antigüedad las piedras preciosas o semipreciosas han ejercido un poder mágico.

En forma reiterada hemos sostenido en estas columnas la injusta legislación que le da igual tratamiento en materia laboral a la gran empresa y a la pequeña (pyme o micropyme).

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